Tekios conversó con el líder de Smart Doctor, una healthtech que en medio de la locura que significó para el Ministerio de Salud peruano enfrentar la llegada del nuevo coronavirus, logró con garra, atrevimiento y porfía torcer la mano de la burocracia. Fue cuando recibió una increíble llamada del Minsal que les cambiaría la vida…
-Nada será igual para el sector de salud tras la pandemia. Me imagino que llegó y ¡puff!, se generó una explosión de consultas para ustedes.
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-Nosotros comenzamos en 2019, y en enero no existía nada de telemedicina. Yo estaba en Perú en ese tiempo y le escribí un correo a la ministra de Salud del Perú, pero nunca tuve respuesta. Ahí pensé ‘quizás la ministra tiene muchas tareas’. Entonces, le escribí a la directora nacional de Telemedicina, porque existía, pero tampoco me respondieron. Entonces, llegué a la conclusión de ‘no voy a encontrar nada acá’.
Después descubrí que el Ministerio de Salud de Chile tenía una institución que se llama Centro de Salud Digital, y me interesó ver si había programas que permitieran hacer un soft landing ahí. Postulé en 2019 a Corfo, con una startup, y afortunadamente entramos al programa, así que me fui a Chile. estando ahí, intenté comunicarme con Minsal, pero me di cuenta de que aunque publicaban datos, no permitían que iniciativas privadas pudieran acceder a esa información. Estuve haciendo algunas cosas para las municipalidades, algunos pilotos, intentando comunicarme con algunas empresas, pero me decían en ese tiempo que estaban bien, todo tranquilo, así que regresé a Perú. Me dije ‘no me importa nada, voy a crear una solución de telemedicina aunque nadie me la compre’. Así empezamos a trabajar con el equipo, hicimos un producto mínimo viable, y el “no” continuó hasta enero de 2020. Dije ‘estamos mal, nadie nos compra el producto; nadie cree en nosotros; a nadie le interesa la telemedicina’.
-Pero no te rendiste. ¿Qué siguió?
-Mientras tanto, creamos una comunidad de médicos. Teníamos 30 y les decíamos “doctor, ¿por qué no atiende pacientes por acá? Le pagamos tres dólares”. Tenía que convencer a los médicos de que aceptaran US$3, porque era lo que la gente quería pagar. Eso me enseñó algo importante: los médicos pensamos que valemos lo que estudiamos, pero en verdad valemos lo que el mercado paga. Si pagan US$1.000 por una consulta, ese es tu precio. Finalmente, logramos tener 20 consultas al mes, de US$3, sólo por texto y chat. Yo trabajé en ese tiempo en el hospital. Regresé a mi casa, llamé a mi socia y le dije que me había dado cuenta de que tenía 10 pacientes en espera para UCI… Fue el momento en que salió la noticia por TV. Ya había llegado a Chile, pero no pensé que iba a llegar a Perú, nunca lo imaginé. La pandemia había llegado a Perú. Fue cuando le dije a mis asociados que teníamos que hacer algo, que iba a ser el momento en que la telemedicina explotara. Así que llamé al programador y le dije que quitara la plataforma de pagos. Hablamos con los 30 médicos y les dijimos que necesitábamos que atendieran gratis a las personas que necesitaran los servicios… Colapsó la línea telefónica, los hospitales estaban colapsados, todo explotó. ¡El primer día tuvimos 1.000 descargas!
-Qué interesante. Es casi como de película lo que me cuentas. Por lo que veo startup Chile creyó en ti, pero el financiamiento fue difícil. Sin embargo, ahora la historia debe ser distinta, deben regodearse de tantas firmas de venture capital que a lo mejor quieren fondearlos.
-Venture capital no, pero sí clientes. Nosotros trabajamos con la minera más grande de Perú, con el banco más grande de Perú, con la tercera constructora más grande de Perú. Tenemos un partnership de ventas con Entel Perú, algunas empresas en México… Pasamos de un momento a otro a vender creo que de US$100 a US$100.000 por mes. Fue un cambio brutal y no estábamos preparados para eso. Pasamos de ser un equipo de 3 personas a uno de 20 muy rápido.
-Bueno, pero ¿qué ocurrió cuando surge el problema entre comillas de las 1.000 descargas?
-Mientras estaba en una entrevista para mejorar la plataforma, uno de los programadores entró a mi cuarto y me dice que la plataforma colapsó, que hay 1.000 descargas. ¿Qué había pasado? Se nos habían acabado los SMS de verificación, así que necesitaba meter plata de mi tarjeta de crédito para que la gente siguiera descargando. Fue una locura.
Pero luego, a los dos días, recibo una llamada al número de soporte, a las 11 pm. Era el Ministerio de Salud del Perú. El programador me dice “es una doctora y suena muy enojada”. Yo le dije “dámela”. Lo primero que me dijo fue “¿usted sabe que está haciendo un delito? Soy la directora nacional de Telemedicina y usted no puede estar haciendo eso porque es la responsabilidad del gobierno peruano (la pandemia), no de usted”. Le dije que era médico intensivista, que trabajaba en uno de los hospitales más grandes de Perú. Me respondió que iban a revisar la ley. Volví a decirle que conocía la ley y que en ningún momento habíamos hecho un diagnóstico ni dado una receta. Solo se trataba de orientación médica, por lo que no era un delito. Me dijo “lo voy a llamar en una hora”. Y volvió a hacerlo, y ahí ocurrió lo increíble: necesitaban que SmartDoctor fuera la plataforma que usara el Minsal de Perú.
-Esto sigue siendo una película. Emocionante, ¿no?
-Claro, pero mientras hablaba con ella me puse a sacar números. Un dólar por consulta, le dije, pero me contestó “necesitamos que sea gratis; el gobierno no tiene un presupuesto para pagarle”. Esa fue la noticia bomba y así terminó la noche.
-Ya y ¿como siguió todo?
-Al otro día me desperté, hablé con mi equipo y algunos inversionistas que teníamos y me dijeron que lo que teníamos al frente era uno de los propósitos de Smart Doctor, apoyar en momentos críticos. Llamé a la directora y le dije que sí íbamos a dar la plataforma gratuita, pero que necesitaba que el ministro nos enviara una carta. Él nos mandó la carta y con eso se formó una organización muy bonita, un proyecto muy bueno, donde participó Amazon Web Services, Google Cloud, la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Perú, el Minsal y Smart Doctor. Incluso hicimos una convocatoria para médicos voluntarios, programadores, voluntarios de soporte. Toda la gente trabajando por voluntad.

“ATENCIÓN NO CENTRADA EN EL PACIENTE”
-Qué gran historia. Imagino que les permitió tener mucha exhibición, hacerse conocidos, que los organismos y las empresas se fijaran en ustedes, se interesaran por sus servicios, por crear convenios.
-Por supuesto que sí, porque lo que nosotros buscamos es dar acceso, y para eso están los convenios con las empresas o los gobiernos. Por ejemplo, trabajamos con gobiernos regionales. Ellos me dicen “doctor, queremos que Smart Doctor atienda a 100.000 personas”. Yo digo “vamos. ¿Quieres que sean tus doctores o los médicos de Smart Doctor los de la plataforma?”. “No, quiero que sean los médicos de Smart Doctor”, me dice. O “Christian, tenemos un proyecto acá para niños desnutridos, necesitamos usar Smart Doctor para que los nutricionistas pediátricos hablen con las personas”. También puede venir una aseguradora y decirme “Christian, tengo una población a la cual no puedo llegar”, porque los aseguradores se apalancan de las clínicas y no hay clínicas en una zona rural, entonces quieren usar Smart Doctor. Nosotros nos acoplamos y ayudamos a conseguir los propósitos de nuestros partners, de clínicas, aseguradoras, las ONG o los gobiernos.
-Antes de que hablemos del rol de la tecnología, que es lo que permite todo esto, quiero volver atrás. Hablaste del acceso a la información, que no te daban acceso a la información los gobiernos. ¿Ese acceso a la información del que hablas es la interoperabilidad? ¿Tener acceso a la historia clínica de las personas?
-Exacto, la interoperabilidad está en pañales, y el problema del sector salud es que está ultra mega archi mega segmentado. Entonces, mientras más segmentado sea el sector, más difícil es ocuparlos (datos). Y el poder de la tecnología en salud está en poder compartir datos, compartir pacientes. Que puedas ir a Las Condes (comuna de la ciudad de Santiago, en Chile) y que la misma información esté en otro hospital. Eso no existe porque dicen “no, yo quiero que ella sea mi paciente y que solo se atienda en mi clínica”. En realidad, no quieren que se vaya a otra porque pueden ser mejores o más económicas.
Hay muchos frenos de parte de los mismos jugadores que no quieren compartir la información. Eso se llama “atención no centrada en el paciente”. Cuando sí lo está, te preguntas qué necesita el paciente, y el paciente necesita libertad, que sea dueño de su historial clínico, que pueda ir a la farmacia con su receta, y a la que él quiera. No compartir los datos del paciente es una tara de los países, y uno de los principales actores de esas taras son las clínicas y hospitales. Dicen “no, yo soy del privado o yo soy del público, ¿por qué te voy a compartir mi información?”. Es un tema difícil, pero yo creo que estamos en camino de solucionarlo. Por el monento, Smart Doctor ha hecho algo increíble: es la única startup que ha hecho algo con el gobierno peruano. Entramos a los anaqueles y a los historiales del gobierno.

DEMOSTRAR TU VALÍA
-Ahora hablemos de la tecnología detrás de Smart Doctor.
-Los hospitales en América Latina no están equipados como debería ser. Hay varios que, aunque no lo creas, usan tecnologías de los años 90. Incluso algunos usan de los años 80. Si tú operas, te hacen un scanner, pero no lo pueden subir a la nube porque no están digitalizados. ¿De qué te sirve eso? Si te toman un scan, pero quieres mandarlo a un especialista que está en Santiago, y yo estoy en la Región del Bíobío (centro sur de Chile), no lo puede ver. La única forma es en físico. Los hospitales de provincias están desproveídos de tecnologías, muchos de ellos no tienen historia clínica digital, no tienen laboratorio clínico digitalizado. Todo es complicado. Entonces, por ahora estamos en la etapa de que los hospitales avancen en la transformación digital, pero no en el tema de la interoperabilidad, que es más complejo. Eso todavía es una barrera de acceso.
-La pandemia impulsó muchísimo la digitalización en medicina y se transformó en una oportunidad increíble para que las healthtechs demuestren su valía, sigan creciendo, se tomen en serio y se siga invirtiendo en ellas. ¿Lo ves así?
-Sí, correcto. A nivel mundial casi todas las industrias se han digitalizado y ha habido mucha inversión. Pero hay dos que están recién creciendo, que son educación y salud, porque están muy reguladas y los inversionistas aún no conocen bien el sector. No hay inversionistas especialistas en healthtech. Eso hace que una industria tarde en madurar. He hablado con muchos fondos de capital que me dicen que les encanta, que les gusta el propósito, pero que les da miedo meterse en algo que no conocen. Para empezar, les da miedo porque no saben si es legal o ilegal. Eso es un stop para ellos; nosotros estamos 5 o 10 años atrás de Estados Unidos.
Aunque vamos a crecer. Tenemos una oportunidad grande al frente, pero tú sabes que si no hay inversión privada las startups y las healthtechs van a crecer muy poquito. Por ejemplo, ¿qué está pasando en América Latina con las fintech? Les han estado metiendo millones y millones porque los inversionistas conocen de fintech. Dicen, “esto es lo mío”. Hay pocos inversionistas grandes en healthtech y muchísimas startups healthtech muy pequeñitas, y yo creo que es porque no conocen el sector bien y no saben vincular la parte tecnológica con la asistencial. Yo creo que es cosa de que haya un unicornio o dos unicornios para que la gente entienda y no le de miedo. Yo tengo ese propósito y estoy hablando con inversionistas y medios de prensa. Mira, la salud es la industria más ineficiente que puede existir, y necesitamos que haya más inversión de capital para que podamos hacer los procesos más ágiles.