29/03/2022
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Mateo Semerene, COO y cofundador de Altscore: «Fue muy bueno Ecuador para experimentar, pero no es nuestro foco, por eso ya estamos abriendo oficinas en México y pronto en Brasil»

Tekios conversó con uno de los fundadores de la fintech ecuatoriana Altscore, experta en el desarrollo de APIs que combaten el limitado acceso a financiamiento en una región donde la tasa de rechazo de préstamos a pymes es muy alta. Recién financiada por Kamay Ventures, Semerene rebobina los inicios de Altscore y analiza la escena de emprendimiento tecnológico de su país, un Ecuador que tiene un gran lugar en su corazón.

Tekios conversó con uno de los fundadores de la fintech ecuatoriana Altscore, experta en el desarrollo de APIs que combaten el limitado acceso a financiamiento en una región donde la tasa de rechazo de préstamos a pymes es muy alta. Recién financiada por Kamay Ventures, Semerene rebobina los inicios de Altscore y analiza la escena de emprendimiento tecnológico de su país, un Ecuador que tiene un gran lugar en su corazón.

Siempre ha querido hacer plata, pero sin rebasar los límites que se ha impuesto. No pisar la zona roja que acciona los impactos negativos en el medio ambiente; no saltar la verja para aportar a esos males que se desbordaron en América Latina: la desigualdad y los oligopolios.

El quiteño Mateo Semerene siempre ha querido hacer plata, por eso cuando descubrió el boom de las finanzas tecnológicas, «me enamoré de las fintech y del impacto positivo que pueden lograr», sentencia el COO de la startup ecuatoriana Altscore, un emprendimiento nacido en 2020 en la ciudad que divide al mundo.

«Quito es mi ciudad y soy muy fan; cada vez se pone más chévere la ciudad», dice Mateo Semerene, contento por la entrevista y porque Altscore, la startup que fundó con Andrés Pérez, ha comenzado a aparecer en el radar del ecosistema fintech latinoamericano, sobre todo tras el reciente espaldarazo que les dio Kamay Ventures, el primer fondo de capital corporativo, gestionado de manera independiente por la aceleradora Overboost, y que tiene como inversores fundacionales al Grupo Arcor SAIC y Coca-Cola Latinoamérica.

Tanta atracción se debe al propósito de la startup. «Ataca un problema clave: la falta de inclusión financiera», destaca Kamay Ventures, una misión que no es poca en una región donde «más de 270 millones de personas están por fuera del sistema tradicional».

Para alcanzar esa inclusión, Altscore se luce con sus APIs que brindan datos enriquecidos sobre aplicantes (a veces desde fuentes nada habituales, como redes sociales o el manejo del celular personal), para crear modelos personalizados capaces de medir el riesgo de los solicitantes con mayor precisión, todo para lograr que más personas entren al sistema financiero. Esta búsqued es la que, al inicio, les permitió entrar al programa de mentoría de Techstars, la aceleradora norteamericana; y hoy dar servicio a clientes en países como Argentina, Colombia, Ecuador, EE.UU. y República Dominicana.

-Te graduaste en la Universidad de Virginia, en Estados Unidos. ¿Cómo derivas hacia el mundo del emprendimiento?

-Sí, me gradué en Estados Unidos, y luego trabajé un tiempo en Credijusto, en México, una fintech que ya es unicornio básicamente. Ahí fue cuando me enamoré del mundo fintech; cuando me di cuenta del impacto positivo de las fintech. Estudié Ingeniería Comercial y Ciencias Administrativas antes, entonces, siempre había querido hacer plata, pero de una manera que tuviera impacto positivo, y con las fintech la encontré.

Después me fui a Nueva York, donde trabajé en consultoría dos años, pero me aburrí un poco de ese trabajo, quizás porque siempre tenía ese bichito de Latinoamérica, de ayudar a la región, a la gente que está por aquí. Así que volví y mientras trabajaba en consultoría en una empresa que estaba abriendo oficinas en Ecuador, conocí a Andrés Pérez, cofundador de Altscore.

-El man de las matemáticas, de las estadísticas, del machine learning.

-Sí, y con él nos pusimos a trabajar en un proyecto que hicimos para el gobierno del Ecuador, una serie de herramientas de data analytics para trackear mejor al Covid-19 y poder contener mejor el virus. Después yo terminé invirtiendo en Kin Analytics, que es la empresa de Andrés, porque los dos teníamos visiones muy parecidas del mundo, del potencial que hay en fintech; sobre hacer un impacto positivo y ayudar a toda la gente desbancarizada que hay en el mundo. Así fue cómo decidimos comenzar Altscore.

-La formación académica inicial que tuviste en Virginia, ¿apuntaba hacia el emprendimiento, el mundo de las startups?

-Yo me gradué en Ingeniería Comercial, en la Facultad de Negocios que hay en Virginia, una de las mejores facultades de negocios de los Estados Unidos, pero el sello es más como de negocios tradicionales. No tenía tanto enfoque en startups y eso era lo que me hacía falta. Ahí tomé las pocas clases que había relacionadas con startups e innovación. Y de ahí me fui especializando, más por la experiencia, en el mundo de las startups.

-Me llama la atención que tienen un paso profesional por México y después sigues bajando por América Latina. ¿Por qué no seguiste hacia Estados Unidos? ¿Qué fuerza interna te empujó a volver a Ecuador?

-Volví a Ecuador, pero seguía trabajando en Nueva York. Era chistoso, porque yo intelectualmente estaba en Estados Unidos, aunque físicamente en Ecuador. Esa discrepancia a mí me encantaba. Mucha gente me decía ‘te están pagando sueldo de Nueva York, trabajas remoto y podrías trabajar donde quieras’, pero para mí había un vacío; ansiedad, incluso, por hacer un impacto positivo para mi país y por la región… Siempre he dicho que si los mejores profesionales, los más preparados, se quedan en Estados Unidos, nosotros, los latinoamericanos, nunca vamos a desarrollarnos bien.

Te cuento que dije que extrañaba Ecuador y pude volver; logré que me dejaran trabajar remotamente antes de la pandemia, cuando el trabajo remoto no era… Faltaba algo; me estaba yendo bien y tenía un hueco. Pensaba que podía hacer más, ser dueño de mi tiempo y dar un impacto positivo en la región. Ahí fue como partió la aventura, cuando conocí a Andrés, un tipo que admiro muchísimo. Pensé: ‘con él me voy a la guerra; con él me voy a las que sea’.

-¿Cómo van concibiendo el proyecto Altscore? ¿Cuándo cuaja?

-Mientras se iba cerrando el proyecto con el gobierno de Ecuador para contener al Covid-19, en febrero de 2021, con Andrés empezamos a hablar de una serie de ideas sobre fintech y que tenían relación con cómo se podía mejorar el proceso de suscripción de riesgo para poder incluir a los desbancarizados. En una de esas conversaciones, hasta súper tarde, decidimos hacerlo. Antes, fue chistoso, porque Andrés tenía un white peper sobre todas las ideas que tenía para mejorar el sistema. Y me hizo leer el white paper. Le dije ‘hagámoslo, vamos con todo’.

Comenzamos a hacer customer discovery, comenzamos a reunirnos con bancos, con originadores de crédito, con cooperativas de ahorro y crédito. Muy a alto nivel, mientras llegamos a una metodología de trabajo muy customer centric, donde simplemente íbamos a aprender de los clientes. Ya a finales de 2020, con una idea más estructurada, comenzamos a trabajar, aunque no al 100%, en lo que hoy llamamos Altscore. Y en enero 2021 pasamos oficialmente a liderar el proyecto.

A LOS BANCOS LES VA TERRIBLEMENTE BIEN

-Trabajar en el desarrollo de APIs, para tratar de renovar la manera de ver el riesgo crediticio para personas y empresas, ¿fue un propósito que calzaba con la realidad de la industria de bancos ecuatoriana?

-En las diversas conversaciones iniciales que tuvimos con nuestros clientes nos dimos cuenta de algunas cosas. Primero, que el 50% de la población adulta de Ecuador, o sea 7 millones de adultos ecuatorianos no pueden acceder a créditos. La tasa de rechazo para pymes es de sobre el 60% para las que ya están bancarizadas, mientras que para las que no lo están es de sobre el 90%. Es una tasa de rechazo súper alta, y aparte de eso, el proceso de aplicación a crédito, sobre todo en pymes, es muy difícil: casi que te piden hasta tu plan de negocios para los siguientes 5 años. Entonces, pensamos cómo podíamos atacar ese problema, cómo podíamos ayudar a que, por un lado, se pudiera prestar a todos, incluidos los desbancarizados; por otro, que se pudiera hacer ágilmente.

Con toda esa información cualitativa y cuantitativa que fuimos sacando hicimos más investigación y nos dimos cuenta de que en Latinoamérica había una brecha de lending de US$1,8 trillones para pymes. Eso significa que cada 6 pymes que aplican a un crédito sólo se le está otorgando crédito a 1. Mucho de eso tiene que ver con la desbancarización, pero también con la falta de movimiento y agilidad que tienen los bancos y las financieras para poder prestar. Se demoran muchísimo tiempo en suscribir un riesgo, suscribir un crédito. Aparte de eso, hacen mucha plata y no están en necesidad de tener que desarrollar esas soluciones ellos mismos. No es que les vaya mal a los bancos, les va terriblemente bien, pero el tema es que como les va tan bien, no tienen esta necesidad de seguir evolucionando.

-Sigamos en Ecuador. ¿Golpearon puertas el 2021, intentaron obtener inversionistas?

-Fuimos a tocar puertas de los mismos clientes a los que les habíamos hecho entrevistas sobre cuáles eran sus dolores. Les fuimos a decir ‘mira, esto es lo que tenemos para resolver los dolores de los que nos contaste. Déjanos hacer una prueba de concepto’. Al comienzo, la mayoría de esas pruebas de concepto fueron gratis, o sea, nos tocaba correr a nosotros el riesgo, y así que les decíamos ‘mira, ábrenos las puertas y ya con las puertas abiertas nos pagas; y si no nos sale bien, nos vamos para la casa’. Así fue cómo logramos abrir bastantes puertas en el Ecuador, aunque es curioso que como el producto fue creado en el país, la mayoría de nuestros clientes están fuera. Tenemos clientes en Colombia, Argentina, Ecuador, en el Caribe, en Brasil ahora. Como que fue muy bueno Ecuador para experimentar, pero no es nuestro foco, por eso ya estamos abriendo oficinas en México y espero que pronto en Brasil.

-Volviste desde Estados Unidos por el bichito de Latinoamérica. ¿Ese mismo bicho seductor no te hará volver a tus raíces, en algún momento, para intentar ser un aporte en la democratización de los créditos, de los servicios financieros en tu país?

-Sí, o sea ya lo estamos haciendo. También tenemos fuerza comercial aquí y seguiremos tratando a los clientes acá. El tema es que hay 17 millones de personas en Ecuador, y sólo en Bogotá hay 8 millones; en Ciudad de México hay 25. Ecuador es un mercado bastante pequeño, pero siempre vamos a volver y creo que el impacto positivo se está viendo. Hoy en día no son muchos, pero hemos creado 10 trabajos en Ecuador, y la idea es que sean trabajos de buena paga, alto nivel, para ayudar a la gente del país no sólo cambiando el sistema bancario, también empoderando a la gente y al gran talento de la gente del Ecuador. También sabemos que si crecemos, al crecer rápido y crecer bien vamos a poder volver, venir con más fuerza y con una posición mucho más estructurada a Ecuador. Si somos una empresa de serie B o serie C podemos volver al país con mucha más fuerza que si somos ahorita una empresa de capital semilla… Obviamente, Ecuador tiene un lugar en mi corazón; de hecho me veo viviendo en Ecuador de vuelta y formando bases aquí porque le tengo un cariño muy especial. Pero, antes, la idea es hacer un impacto positivo en la región.

ALGO ASÍ COMO SINGAPUR

-Ese cariño debe mantenerte al tanto de la escena de las startups del Ecuador. ¿Cómo ves el ecosistema?

-El movimiento de startups en Ecuador ha crecido mucho en los últimos 5 años, y hay mucho que agradecer a algunos jugadores específicos, como Kushki que ha puesto a Ecuador en el mapa, con esa última ronda que elevó su valor a US$600 millones. En la próxima van a ser unicornios.

También Inspectorio, que si bien no opera en Ecuador, el fundador es ecuatoriano y acaba de levantar US$50 millones en una ronda, y pasar a una valoración de US$300 millones.

También hay una empresa que se llama Nuvocargo, que opera desde Nueva York, pero es de fundadores ecuatorianos. Ellos empezaron desde el lado del emprendedor a mover el ecosistema en el Ecuador.

En general, se ve un cambio en el ecosistema, hay más emprendedores, mucho más movimiento, pero la inversión aún es muy escasa, te diría que el jugador más importante en inversión acá en Ecuador es BuenTrip Ventures, que comenzaron como una aceleradora y ahora son un fondo de inversión súper conocido. Ellos han invertido en la mayoría de las startups que te mencioné y les va bien; tienen un ojo increíble para buenas ideas. Han ayudado a acelerar el ecosistema.

Lo malo, además, es que no tienes muchos inversionistas ángeles. Hay algún otro como Impaqto Capital, que es como un fondo para ideas de impacto positivo para la sociedad. Aplaudo esas ideas, pero el problema es que cuando generas estos programas o sistemas de inversión que son muy específicos para tu país, terminas cerrando el pull de inversionistas a tu propio país… Acá en Ecuador está aún el mindset del inversionista tradicional, del ‘te doy US$50.000 y me llevo el 60% de la empresa’. Se ve que hay ganas de cambiar, eso no falta, pero todavía no hay un ecosistema 100% desarrollado.

-¿Cómo has visto los esfuerzos del Estado o de los últimos gobiernos del Ecuador en materia de innovación, emprendimiento tecnológico? Siempre se pone como ejemplo Start-Up Chile, que ha sido una entidad con una fuerza constante, independiente del gobierno de turno.

-Para el ecosistema de startups ecuatoriano algo así es necesario que suceda pronto. El gobierno tiene ahora un fondo que da capital semilla para emprendimientos, pero no son emprendimientos de tecnología. Honestamente, Ecuador viene de una crisis económica de 2016 muy fuerte, de la cual nunca se recuperó. Antes de eso, de un gobierno autoritario de 15 años que no solo robó el país, sino que hizo pedazo todas las instituciones. Así que no le culpo al gobierno actual por estar en esa posición, porque tiene muchos otros fuegos que apagar antes de comenzar a desarrollar el mundo tecnológico.

Ahora, si hablamos de ingredientes, Ecuador tiene los ingredientes perfectos para ser un centro de tecnología porque tenemos el dólar, estamos localizados muy bien dentro de Latinoamérica, aparte de eso tenemos un montón de ingredientes para poder ser un centro de inversión en Latinoamérica. Es muy fácil, pero tienes impuestos como el 5% en salida de divisas, un montón de impuestos que hacen que el inversionista no quiera meter ni hacer fondos aquí, porque dice ‘mejor me voy a Colombia donde no me hacen eso por más que tenga mi peso y el peso se puede devaluar o lo que sea’. En el papel se ve fácil que Ecuador se convierta en un tipo Singapur, un centro financiero muy fuerte, pero hoy en día tiene otros desafíos el gobierno y no lo veo tan factible.

Editor Jefe y Cofundador de Tekios. Es periodista y escritor. Especializado en la cobertura periodística de las industrias relevantes en Latinoamérica, fue Editor General de AméricaEconomía para Latinoamérica, y antes, Director de Contenidos del matinal ciudadano de Ecuavisa (Ecuador), y editor en el diario digital El Mostrador (Chile).
Ha colaborado con SOHO (Colombia), Vistazo (Ecuador), LABSnews (Brasil), La Nación Domingo, Fibra y Plan B (Chile), y Rest of World (EE.UU.), entre otros medios.