Tekios conversó con el ganador del Premio Nacional de Innovación 2015, un galardón que vino a cerrar más de 10 años de carrera y el inicio de una aventura mayor, liderar un proyecto que le abrió un cupo en la mayor incubadora biotech del mundo, IndieBio, donde se encantaron con el nuevo propósito del chileno que “va a ser millonario”, inventar una forma de eliminar el dolor crónico, sin generar adicción.
Morfina, fentanilo, tramadol. Opioides que reconfortan cuando el dolor quiebra la salud mental y la aflicción se mantiene como una presencia indeleble.
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Morfina, fentanilo, tramadol. Son medicamentos que podrían sonarte conocidos. Quizás los usaste tú o capaz que fue un tío que sufría de artritis el que alguna vez te contó que había probado con uno de estos derivados de la adormidera; o fue un amigo, en realidad, quien de tanto girar destornilladores en su taller terminó con una epicondilitis crónica que lo pone tan de mal genio, que le dan ganas de putear al que usa frente a él el eufemismo “codo de tenista”.
Morfina, fentanilo, tramadol. El chileno David Bravo, fundador y CEO de Pannex Therapeutics, conoce de sobra a los que los usan, personas que sufren una patología musculoesquelética que cuando es crónica, como la padecen 800 millones de personas en el mundo, arruina la vida. Como doctor y kinesiólogo Bravo pudo rehabilitar pacientes y sentirse pleno, pero muchas más de las que le gustaría reconocer debió bajar la guardia, realista ante el dolor de una persona que pide una receta médica para comprar un opioide porque está aburrida de tantos masajes, de esos aparatitos que descargan electricidad y de los ejercicios que le resultan inconducentes. La misma que solicitará idéntica prescripción al segundo mes, también la que rogará por una receta igual al tercero, sin saber que se encamina hacia una adicción.
Bravo quiere revertir ese determinismo. Interesados en ese ideario, Tekios conversó con el exprofesor asistente de la Universidad de Santiago, en Chile, ganador del Premio Nacional de Innovación 2015, un galardón que vino a cerrar más de 10 años de experiencia en descubrimiento de fármacos, innovación y desarrollo tecnológico, y el inicio de una aventura mayor, liderar un proyecto que le abrió un cupo en la mayor incubadora biotech del mundo, IndieBio, donde se encantaron con el nuevo propósito del chileno que “va a ser millonario”, uno que hasta hace poco parecía una quimera: inventar una forma de eliminar el dolor crónico, sin generar adicción, en un país donde se muere 1 americano cada 15 minutos por sobredosis de opioides.

“NO HAY NADA QUE NOS ATE; CHAO, DAVID”
-Eres kinesiólogo y emprendedor de vocación. Pannex Therapeutics no es tu primer emprendimiento.
-Así es, soy kinesiólogo e inmediatamente cuando terminé la licenciatura entré a hacer un doctorado en Neurociencia en la Universidad de Santiago (Usach), del cual egresé en 2015. Cuando estaba terminando mi tesis de pregrado, inventé una máquina que ayudaba a las personas a caminar y ese fue mi primer proyecto. Pensaba ‘okey, lo que hago en la academia lo puedo conectar a un emprendimiento’, pero no nos fue muy bien con ese primer proyecto, sin embargo, me permitió abrir mi primera empresa, Kirón, con la cual hicimos la silla de ruedas Get Up, en 2014, y con la que ganamos el Premio Nacional de Innovación en 2015. Hoy día Kirón exporta a varios países, aunque yo dejé de trabajar en la empresa.
-¿Tuvo que ver lo de Kirón con tu interés en el tratamiento de estos dolores crónicos músculo-esqueléticos, radiculopatías?
-La verdad es que no tiene relación…
-Lo decía por quienes las usan…
-No. El emprendimiento nace por mi experiencia como kinesiólogo, tras ver a mis pacientes que sufrían de dolor crónico. Les hacíamos tratamientos, terapias, tomaban pastillas y no había solución; era muy terrible. Y también porque después de que me casé mi suegra comenzó a tener dolores crónicos muy serios, al punto de que empezó a tomar opioides y casi la perdemos. Salía a caminar y se perdía.
-¿Qué patología tenía?
-Fibromialgia y osteoartritis, dos tipos de dolores crónicos que son muy potentes. De hecho ella hoy en día vive con dolores, toma un montón de pastillas para el dolor… Ella me motivó… En 2017, tuve una crisis vocacional cuando trabajaba en Kirón, porque trataba de que la empresa funcionara, pero yo no soy economista, no soy administrador, no soy ingeniero comercial, así que un día a mis socios les dije ‘no me gusta esto, no me está funcionando, así que hasta aquí llego; voy a emprender mi propio camino’. Así fue como empecé a diseñar moléculas, a sintetizar unas, a hacer unos pequeños experimentos y luego a meterme en el aprendizaje del mundo farma. Monté una pequeña biotech en Brasil, me alié a otras dos grandes empresas del mundo farma y empezamos a desarrollar analgésicos. Éramos tres socios hasta que el año pasado, en plena pandemia, mi socio me manda un e-mail y me dice ‘David, te vamos a sacar de la empresa, este es un proyecto nuestro, no hay nada que nos ate, chao’. Se quedaron con todo el proyecto y la inversión, también con la patente. Me quedé sin nada.
-Un mazazo, ¡qué fuerte!
-Imagínate, en plena pandemia, julio del año pasado. Quedé pensando ‘qué hago’, porque tenía un muy buen nivel de vida en Brasil, en Florianópolis, en una linda casa, con colegio particular para mis hijos… Pero, bueno, justo en ese momento aparece The Ganesha Lab en mi vida, por segunda vez. Había conversado con ellos antes, por el tema de los analgésicos, para ver si podíamos hacer algún tipo de levantamiento de capital, pero cuando sucedió eso, me volví a reunir con ellos, les conté que me habían estafado, que no tenía otro proyecto, que tenía que volver a Chile, pero que tenía ‘esta idea que se hace con esto y de esta forma, y para eso necesito apoyo y plata’. Me dijeron de inmediato ‘nosotros no te podemos apoyar, pero por qué no entras al concurso de Johnson & Johnson con The Ganesha Lab. Va a haber farmacéuticas, biotech, gente importante mirando; que ellos te elijan. Si eres capaz de convencerlos, te apañamos’ (te apoyamos)’. Lo hice. Éramos 80 empresas, pasé por cuatro rondas de conversaciones y de selección. Me acuerdo del pitch: había acabado de bajarme del avión con mucha pena, cuarentena, muy asustado, sin pega, sin nada, y lo hice en las escaleras de la casa de mi papá, con el computador en las piernas, muerto de frío. Y lo presenté el pitch y me seleccionaron entre los cinco para participar del programa.
-¿Cómo siguió esa historia?
-Tenía como desarrollo lo de los bloqueadores de Pannexina; lo que había hecho en 2017. Yo dije ‘esto nos va a servir… Johnson & Johnson fueron muy relevantes, porque me hicieron perseverar, mentalizarme que ahí había futuro. Iba todas las mañanas a clases, era bien demandante. Trabajaba media jornada y media jornada asistiendo a las clases. Estuve cuatro meses en ese ritmo y a fin de año eligen al ganador del programa, y fuimos nosotros.
-Notable y emocionante.
-Me quedó así mucho más claro todavía que ese era el camino que tenía por delante. Le gané a empresas de Ucrania, de Francia, de Estados Unidos; era el camino a seguir. Mi proyecto era serio.
-¿Ahí la empresa ya se llamaba Pannex?
-Sí, en octubre del año pasado se crea Pannex Therapeutics. De hecho, cuando entré al programa con The Ganesha Lab no tenía ni siquiera RUT (número de identificación para empresas). Tenía algunas moléculas dibujadas y algunos resultados preliminares. Era todo lo que tenía.
-El proceso habla de tu capacidad de resiliencia, que me parece que está relacionada con la manera en que reaccionamos frente la adversidad y, por qué no, al dolor, a lo que se siente en esos momentos críticos de la vida. En este caso la energía para seguir aderlante, además, se relacionaba con tu núcleo familiar, con el amor a tu pareja que se extendía hasta tu suegra enferma. ¿Qué crees que hizo que The Ganesha Lab y Johnson & Johnson dijeran ‘este proyecto es’?
-Para sonar lo menos autorreferente voy a replicar lo que me dijeron ellos: ‘La idea es buena, el mercado es grande, pero es muy difícil. Sin embargo, nos interesa tu perfil de emprendedor. Ganó tu empresa porque nos gustó tu perfil, que seas aperrado, de trabajar harto; que sepas sacarte la bata de científico y decir este es el negocio y así lo voy a llevar de manera técnica al mercado’. Eso fue, según ellos, lo determinante.
-Tenían razón, lo que llevas adelante es complejo.
-Para mí lo más importante es que el tópico es muy interesante, no sólo porque el mercado es grande y las recompensas son muy altas, también porque la necesidad es muy grande. Hoy día la gente, sobre todo acá en Estados Unidos, tiene dos alternativas: las drogas opioides y las no opioides. Las opioides están matando a 1 americano cada 15 minutos por sobredosis, es horrible. Las no opioides fallan en la mitad de los casos y tienen un montón de efectos colaterales. ¿Quién está al medio? El paciente. Yo creo que ellos vieron mi proyecto como una alternativa que se puede vender muy fácilmente, porque apunta a dos grandes crisis, la de los enfermos crónicos y la adicción a los opioides. Por lo tanto, hay un link común y eso la hace una idea robusta.

NADA PARECIDO EN EL MERCADO
-Según estimaciones de la OMS, aproximadamente el 80% de las muertes relacionadas con sobredosis se deben a opioides. De hecho, en Estados Unidos y Canadá ha habido una pandemia en desarrollo, anterior a la de Covid-19. Aunque no ha llegado con esa fuerza a América Latina, se estima que México podría ser un lugar donde está el potencial para ser territorio de numerosos adictos a los opioides.
-Exactamente. Hay una expansión. Los seres humanos aprendemos a la mala y la experiencia de Estados Unidos es sumamente clara, pero se está replicando en otros países. Entonces, frente a esa necesidad se abre el mercado.
-Claro, además las intervenciones terapéuticas posibles para sacar a alguien de la adicción a los opioides son un recurso al que la población, en su gran gran mayoría, no tiene acceso. También aquello potencia la urgencia de encontrar una solución alternativa.
-Efectivamente. Existe un nicho creado. En el mundo empresarial se habla de los red oceans y los blue oceans. Desde un punto de vista de mercado los océanos rojos son aquellos que tienen muchos tiburones que están peleándose un pedazo de carne, y está todo teñido de sangre. Ese es el dolor crónico, donde hay mucha competencia y los medicamentos pasan a ser genéricos. Cuando se trata de la adicción hablamos de un océano azul que, desde el punto de vista empresarial es bueno, pero desde el sanitario es pésimo. No hay competencia, no hay desarrollo en el ámbito del tratamiento de la adicción. Y nuestra propuesta de valor es precisamente esa, porque Pannex está en el centro, entre el dolor crónico y la adicción a los opioides. Si tu tratas, eliminas o bloqueas Pannexina 1 (una proteína en humanos codificada por el gen PANX1), mediante el uso de modelos computacionales, alivias el dolor y previenes que la persona se haga adicta a cualquier cosa, a cualquier pastilla, digamos.
-Y la panacea sería la molécula PNX3, el primer bloqueador de canales de Pannexina.
-Sí, sabemos que una sola dosis oral de PNX3 genera una disminución significativa de la sensación de dolor en modelos animales de dolor crónico musculoesquelético y neuropático. Tratamiendo para el dolor crónico musculoesquelético sin efectos secundarios ni riesgo de adicción, algo diametralmente opuesto a lo que ocurre hoy, donde el tratamiento paliativo del dolor genera un alto porcentaje de adictos y muertes debido a los opioides, sobre todo en los EE.UU.
Nuestra propuesta de valor es tomar nuestra pastilla, aliviar tu dolor sin efectos colaterales con un efecto decente. No prometemos que sea igual de potente que el opioide, pero que si realmente la persona necesita una intervención más intensa, para una cirugía, una fractura y necesita los opioides, que lo tome con nuestro medicamento como coadyuvante, para que la persona prevenga transformarse en adicto. Cuando tenga que dejar los opioides porque terminó el tratamiento, que se los quiten sin que la persona sufra la sensación de adicción, y siga con la nuestra como analgesia hasta que supere el cuadro. No hay nada parecido así en el mercado.
-En las adicciones se ocupan incluso algunos agonistas opioides, como la metadona, por ejemplo, pero también estos revisten riesgos.
-Por supuesto, son dos grandes riesgos. El primero siempre son los efectos colaterales que tiene ese compuesto. Desde un punto de vista químico son bastante tóxicos; por otro, está la reacción adversa del paciente. La persona, por síndrome de abstinencia severo, tiene crisis de pánico, siente tendencias suicidas, entonces, retirarle a una persona ya adicta un opioide no es algo trivial. Estamos hablando de una situación similar a quitarle la heroína a un heroinómano o la cocaína a un cocainómano; es el nivel neuronal de la recompensa, la parte de la necesidad de consumo. Precisamente ahí es donde estamos apuntando, porque Pannex es relevante no sólo en la adicción a los opioides, sino a otros tipos de adicciones químicas. Una de las líneas que están en nuestro plan de desarrollo es específicamente esa, que las moléculas que estamos desarrollando para el dolor y la adicción a los opioides, tengan derivadas y versiones mejoradas que apunten a una segunda o tercera línea de desarrollo dirigida a otro tipo de adicciones.
-Para todos estos desarrollos vas a necesitar tiempo, energía, apoyo, perseverancia. Para obtener las aprobaciones de uso en humanos, en el mejor de los escenarios, hay que dar por sentado que pasará una década.
-Respecto de las aprobaciones, ya más de algún inversionista me ha dicho ‘me interesa este proyecto’, porque podemos hacer que el proyecto se encarrile acá en lo que se conoce en Estados Unidos como un fast track, porque existe la urgencia sanitaria y es tan grande, que podríamos recorrer un camino mucho más corto.
Los players, bueno, en ese ámbito estaba Purdue Pharma, una farmacéutica de US$3.000 millones que simplemente quebró (luego de declararse culpable de engaño por vender OxyContin, un opiáceo que fomentó una epidemia de adicciones). En paralelo, Johnson & Johnson tuvo que indemnizar a Nueva York con US$2.000 millones y tuvo que sacar del mercado tres drogas opioides. Ocurrió, entonces, un terremoto en EE.UU., así que hay una nebulosa y están tratando de ver qué diablos hacen. Bueno, es el momento de actuar rápido en EE.UU. y presentarnos no como un competidor, sino como coadyuvantes de los opioides, para prevenir la adicción. Porque tienen valor terapéutico, no son veneno. Nuestra estrategia va a ser decirles ‘tenemos esto, hagámoslo juntos’. No voy a competir con los opioides.

DIEZ VECES MÁS POTENTE
-¿Hay alguna otra biotech o pharmatech que esté avanzando en este tipo de desarrollos? ¿Otro David Bravo en el mundo?
-¿En qué sentido?
-Desarrollar un medicamento que pueda coadyuvar a los opioides, que trate el dolor crónico sin riesgos de adicción.
-En el dolor crónico hay muchos. Hay varios desarrollos que están en fase dos, otros en fase tres e incluso hay un anticuerpo monoclonal que está haciendo Pfizer, pero que la FDA antes de darles la aprobación para lanzarlo al mercado les prendió una bandera roja y les dijo que no estaba funcionando con esa dosis, así que la aumentaron, pero ahora hay problemas con la seguridad. Se les cayó. Pero, bueno, hay al menos seis o siete desarrollos que están en nuestro radar y que tienen mecanismos de acción diferentes al nuestro, que no son competencia técnica, sino mercantil. Bajo nuestro radar no hay ningún desarrollo que se encuentre en fases clínicas o incluso en preclínicas y que apunte a ser coadyuvante de opioides; eso es parte de nuestra patente. Ser coadyuvante de los opioides para prevenir la adicción.
-Hasta ahora el prototipo de medicamento ha sido probado en animales. Cuéntame qué es lo que pudiste medir, comprobar.
-En general se usan modelos de aislaciones en los nervios o las articulaciones; nosotros usamos las articulaciones. Para eso, esencialmente a los animales se les da en la boca una solución con el compuesto y logramos aliviar el dolor de la misma manera que lo alivia la gabapentina, que es el principal competidor del mercado. Nuestro compuesto genera la misma cantidad de alivio al dolor; el animal tiene dolor, le damos por vía oral, comienza a dejar de sentir dolor y por cuatro a seis horas no siente dolor al mismo nivel que la gabapentina, sin embargo, la gran diferencia es que nosotros usamos una concentración diez veces menor. O sea, somos diez veces más potentes y al tener diez veces menos cantidad, pero con el mismo efecto, es más posible que no tengamos efectos colaterales, o muchos menores y con menos toxicidad.
-¿La gabapentina tiene efectos adversos?
-Claro, la gabapentina era un anticonvulsionante. Es un knockout al cerebro, provoca somnolencia, trastornos locomotores, movimientos desordenados, trastorno de ansiedad, problemas del sueño, etc. Es bien tóxica y poco tolerable. En nuestro experimento no se observaron esos efectos.

CALIDEZ HUMANA EN EL GRAN NIVEL
-¿Qué ha significado para tI llegar a Nueva York, a la casa de IndieBio?
-Ha sido un choque cultural bastante interesante. Yo me consideraba multicultural porque nací en Brasil, crecí en Chile, tengo amigos de varios países, pero esto es otro nivel de la multiculturalidad. IndieBio es la mayor aceleradora de biotech del mundo; es como estar en las ligas mayores y esto pasó en un mes. Fue como salir de Chile y pasar a jugar a la más importante primera división. Ha sido muy interesante porque al estar acá no me he sentido en tanta desventaja, sin que suene arribista. The Ganesha Lab nos preparó muy bien y por eso la experiencia ha sido menos intimidante de lo que yo esperaba. He podido hablar, en pocos días, de tú a tú con otros colegas, con otras startups, con otros directores a los que me ha tocado conocer y sin temor decirles ‘vengo de Chile; mi empresa viene de Chile, viene respaldada’. Lo que comprueba que si uno se saca el miedo de encima, funciona.
La gente ha escuchado mi proyecto porque hay una sensibilidad muy grande en el ambiente con el tema opioides y dolor crónico. Cuando les explico en breves palabras lo que hago, la reacción es ‘oh, buena, vas a ser millonario’; siempre dicen lo mismo.
Otra cosa que he visto es que nadie está compitiendo. Sin ir más lejos, estoy con una crisis familiar porque a mi esposa le diagnosticaron coronavirus anoche y tengo cuatro hijas que están muy mal, en cama. Y acá, cuando lo conté, inmediatamente todo fue contención. ‘David, ¿qué necesitas? ¿Te traigo un café?’; ‘Tómate tu tiempo, foco en tu familia; resuelve esto y deriva a tu equipo las tareas’; ‘olvídate de lo que estás haciendo, si te sirve ven, y si no, tómate tu tiempo’. Hay una calidez humana que no me esperaba a este nivel.
-¿Qué dice de todo esto tu esposa, hoy con coronavirus? ¿Te alienta? Imagino que tu primera reacción, cuando lo supiste, fue la de regresar a Chile.
-Sí, ese fue mi primer pensamiento: ‘¿a qué hora sale el próximo vuelo a Santiago’… Su apoyo ha sido irrestricto. Yo no estaría acá si ella no me hubiera dicho ‘vamos’. Ella sabe que lo que estoy haciendo está relacionado con su mamá, pero también con mucha gente, con bienestar para generaciones. Además yo soy un hombre de familia, tengo cinco hijas, así que también soy muy papá y sin tener el apoyo de mi familia no hubiera dado ni medio paso como emprendedor.
-Y ahora que estás ahí en Nueva York, que tienes todo el apoyo de tu familia, que estás con un propósito global, cuando ves por el retrovisor y te acuerdas de lo que te hicieron tus exsocios, ¿cuál es el sabor de boca?
-Sigue siendo amargo porque le pegó a mis hijas y eso es algo que voy a llevar toda mi vida conmigo, probablemente, pero al mismo tiempo es de una satisfacción muy dulce, porque yo había pensado que estaba en lo mejor que podía lograr y en realidad no estaba ni cerca. Y con esa tranquilidad es que ahora la empresa tiene que funcionar en Nueva York. Volviendo del programa IndieBio, hago las visas y nos venimos con maletas y petacas con mi familia a vivir a Estados Unidos. Y solo en el largo plazo la idea es hacer patrimonio y tener estabilidad financiera para volver a Florianópolis donde vivíamos tranquilos.