La startup chilena dirigida por una argentina busca eliminar el uso de antibióticos en la industria del salmón en Chile (país que domina el 26% de la producción mundial), y ampliar esta solución innovadora a otras especies.
Aquit fue fundada en 2017 por los chilenos Cristián Valenzuela y Jörn Bethke, dos científicos que se juntaron con el objetivo de resolver un problema de la salmonicultura en su país, el uso de antibióticos para combatir infecciones, vinculado a uno de los mayores desafíos para la medicina moderna y la salud de los seres humanos: la aparición de bacterias resistentes a los antibióticos que ponen en riesgo nuestra vida y matan más de un millón de personas al año a nivel global.
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En el camino de esa misión, la startup desarrolló un tratamiento para prevenir infecciones y enfermedades en el salmón, con excelentes resultados contra las principales amenazas para esta especie en Chile.
Su primer producto, que viene del trabajo como Salmokine (nombre anterior de la compañía), es una proteína recombinante que promueve la respuesta inmune en salmones, mejorando su defensa y supervivencia frente a patógenos bacterianos; un aditivo que se administra junto con el alimento en momentos críticos del ciclo productivo y permite no sólo reducir drásticamente el uso de antibióticos, sino también mejorar el crecimiento, la tasa de supervivencia y el bienestar animal.
Daniela Allerbon, una economista argentina, llegó a la compañía hace un par de años, después de su paso por el área de investigación y desarrollo de Silvateam, una multinacional italiana de extractos vegetales. En esta biotech europea trabajó en el desarrollo de productos con extractos de árboles como el quebracho y el castaño, aplicándolos a la alimentación animal como aditivos para modular y mejorar la microbiota intestinal, es decir, el sistema digestivo de los animales para dejar de usar antibióticos.
“Ahí es donde empiezo a conocer este problema de la resistencia antimicrobiana. Donde también veo que muchas empresas, incluso multinacionales como McDonald’s, tienen planes, a largo plazo, de ir eliminando de sus cadenas a proveedores de alimentos provenientes de animales que hayan crecido con antibióticos”, comenta Allerbon, en entrevista con Tekios.
En la compañía italiana, Allerbon empezó a trabajar con médicos y científicos de todo el mundo y aprendió a moverse en el nivel más alto de este sector. “Lo más importante que hice fue desarrollar un suplemento dietario para modular la microbiota intestinal en personas con base en las investigaciones. Me encantó trabajar con ciencia; me di cuenta del impacto, que le habíamos cambiado la vida a personas, que habíamos resuelto problemas crónicos. Eso me llevó a la certeza de que esto es lo que quiero hacer en mi vida… pero quería algo propio y con impacto”, añade.
Después de ese aprendizaje y con esa convicción, Allerbon decidió postularse en la company builder argentina, especializada en biotecnología, Grid X, donde llegó de manera fortuita por recomendación de una compañera con la que jugaba fútbol. En su paso por el CEO Challenge de Grid X hizo un match inmediato con los fundadores de Aquit. “Manejábamos el mismo vocabulario científico por mi experiencia previa y me pareció que era un proyecto que tenía un potencial muy grande y un nivel de readiness muy alto”, recuerda.
Hablamos con Daniela Allerbon desde Buenos Aires, unos días después de que Aquit recibiera la Responsible Seafood Innovation Award, por su aporte a la acuicultura sostenible, otorgado por la Global Seafood Alliance (GSA), una de las distinciones más prestigiosas del sector. Este es tan sólo uno de los logros de Aquit después de que Allebron tomara las riendas de la biotech y que tienen a la compañía como un caso ejemplar del dinámico ecosistema biotech chileno, mientras se prepara para una ronda semilla.
-No vienes del mundo científico ni vienes del mundo de las startups. Hasta pasaste por el mundo editorial, vimos en tu currículo.
-Soy licenciada en Economía y trabajé en la función pública; también trabajé en la gestión cultural, en ONGs, en comunicación, un recorrido muy diverso. A veces digo que por lo menos tengo tres vidas distintas.
En 2018, por una serie de coincidencias, tenía ganas de cambiar lo que estaba haciendo, reconfigurar mi carrera profesional y ahí se me dio la oportunidad de coordinar el área de investigación y desarrollo de Silvateam. Entré a a unir todas las puntas que tenían que ver con la investigación y desarrollo en esta empresa que trabajaba con árboles de quebracho y de castaño en Italia, en Argentina, en Perú, en Brasil, aplicándolos a la alimentación animal como aditivos para modular la microbiota intestinal.
Después de varios proyectos desarrollamos un suplemento dietario para modular la microbiota intestinal en personas y coordiné dos ensayos clínicos, uno con pacientes COVID-19, que funcionó muy bien. Después uno con colon irritable. Hicimos la formulación del producto desde cero. Por eso estoy registrada como coinventora de la de la patente en Italia. En ese momento se incorporan el equipo científicos italianos y científicos de Estados Unidos del College of Medicine de Houston Research Institute. Se convirtió un proyecto muy sofisticado y complejo a nivel científico.
Cuando termina mi ciclo de aprendizaje, con muy buena relación con Silvateam, me doy cuenta que quiero hacer algo propio.
-¿Entras a Aquit a desarrollar productos como lo hiciste en Silvateam?
-La compañía estaba creada en Chile desde el año 2017 e iba al ritmo de algunos grants pequeñitos. Ya había obtenido un premio importante de The Yield Lab, una aceleradora importante de Asia-Pacífico, y estaba enfocado más en la ciencia que en el producto. Mi tarea era convertir ese desarrollo impresionante, realmente innovador, una aproximación tecnológica distinta, en un producto. Además de entender el mercado, entender dónde se podía vender, dónde priorizar, cómo se podía usar.

INNOVACIÓN CONTRA LAS BACTERIAS
-¿Es en ese momento que consiguen la inversión pre-semilla de GridX?
-Exactamente. Conseguimos US$200.000 de GridX y un subsidio de US$180.00 de una agencia muy importante de Chile que se llama Corfo, que nos ayudó muchísimo. Casi al mismo tiempo empezamos un programa que se llama Mentores del Salmón que organiza el Founders Fuel de Endeavor, que brinda a los emprendedores herramientas y conexiones con inversores y fondos. Ahí trabajamos con mentores de la industria, con gente con muchísima trayectoria que nos ayudó a pensar la estrategia de salida al mercado. Para nosotros esto fue clave porque nos ayudó muchísimo a avanzar en el desarrollo del producto.
–También está el proceso de aceleración de The Ganesha Lab unos meses después.
-Sí, así es. Este año estuve viajando para conocer el mundo de la industria en encuentros como el Blue Food Innovation Summit, en Londres, uno de los eventos más importantes de la industria. Después estuve en Holanda, en La Haya, en Lyon, y después en Ecuador. También en el evento más importante de la acuicultura, que es en Noruega. En ese proceso surgió la posibilidad de postularnos a The Ganesha Lab, la aceleradora de biotecnología y quedamos seleccionados entre las siete startups de toda América Latina. Tuvimos cuatro meses muy intensivos de programa con excelentes mentores. Al final nos evaluaba el equipo de UC Davis Venture Capital Catalyst y obtuvimos el primer lugar y además elegían dos startups para un soft landing en Estados Unidos, de dos semanas, en alianza con el Cambridge Innovation Center CIC, en Miami, donde tuvimos algunos mentores de lujo.
–¿Por qué llegaron a Estados Unidos, si no es un gran productor de salmón?
-Estamos legalmente incorporados en Estados Unidos porque es más sencillo para los fondos invertir en Estados Unidos y tener una subsidiaria en el país donde se hace la ciencia. Igualmente nos interesa Estados Unidos porque ahora hay una tendencia muy grande de lo que se llama RAS (Sistema de Acuicultura Recirculante), acuacultura completamente cerrada en circuitos, indoor. Ya hay productores en Miami (el más grande), y una empresa noruega está armando una planta gigantesca en Arabia Saudita. Es una tendencia muy grande que está creciendo y que tiene muchísimo potencial y que queremos explorar.
–¿El proceso de aceleración de The Ganesha Lab está dirigido más a la parte científica?
-Hay algunas mentorías que tienen que ver con lo científico, pero más que nada tiene aspectos financieros, legales, es casi como una pequeña universidad, como si fuera un MBA de innovación y de startups de biotech, muy específico.
–Estos logros, en tan poco tiempo, ¿cambiaron la perspectiva de la ronda semilla que se está preparando?
-El premio nos dio muchísima visibilidad y el respaldo de las organizaciones más importantes del mundo en buenas prácticas. Fue un gran espaldarazo. También aceleró el interés de algunos fondos con los que veníamos hablando y además se acercaron otros a partir de del premio y de todo lo que ha pasado en este tiempo.
Nuestro objetivo ahora es el escalado industrial de nuestro producto, del que ya estamos teniendo muy buenos rendimientos. También hacer algunas validaciones, sobre todo para otros problemas de salud que no solamente están en Chile. Idealmente queremos que se dejen de usar antibióticos, como Noruega que ya lo ha logrado.
–¿De cuánto será esa ronda?
-Unos US$2 millones.
–¿Dónde van a dirigir esta inversión?
-Aspiramos a sumar personal, adquirir equipos y al desarrollo de la plataforma que estamos armando para inteligencia artificial, y de la que ya tenemos ahora un producto mínimo viable para diseñar otros productos para tilapia, camarón; y ya estamos hablando con empresas de laboratorios veterinarios que tienen interés en desarrollar esta tecnología para pollos, que es un mercado enorme.
–¿Contra quiénes están compitiendo y qué diferencia a Aquit?
-Los históricos, que son extractos vegetales que se utilizan como tratamientos preventivos que se agregan a las dietas funcionales. Hay varias marcas en el mundo de distintos tipos de polifenoles y después hay otros que se llaman betaglucanos, que son derivados de hongos que también se utilizan con el objetivo de mejorar la inmunidad. En general, la diferencia es que estos no son del pez, son de algo exógeno al pez. Son de plantas, de derivados de hongos, que son elementos que el pez naturalmente no come. Y esto es importante porque es muy difícil controlar cuánto come cada pez. La diferencia es que en nuestro caso tenemos un producto que imita la naturaleza. Entonces, el pez no lo reconoce como externo y lo incorpora y se autorregula. No genera ninguna reacción adversa porque es una proteína del propio pez.

LA CONEXIÓN AUSTRAL BIOTECH
–Trabajas para una compañía chilena, pero acelerada principalmente por una compañía argentina ¿Qué crees que ha hecho destacar a estos países en el sector biotech latinoamericano?
-Además de trabajar con una compañía chilena fui asesora de la Agencia de Ciencia y Tecnología en Argentina, entonces, también tuve la oportunidad de conocer un poco el ecosistema biotech argentino. Los dos son ecosistemas potentes.
Argentina tiene una tradición muy fuerte, de más de 100 años de universidad pública, de investigación pública. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es creado en la década del 50 y tiene una tradición enorme y muchísimos investigadores de mucha calidad en las universidades y una actitud muy emprendedora.
GridX (Argentina) es pionera como aceleradora y company builder de biotech en la región, y hay otras como SF500, Cites, que trabajan específicamente para startups biotech. También hay VCs como Newtopia enfocados en productos digitales. Entonces, es un ecosistema muy fuerte de innovación que tiene que ver con el apoyo del Estado, articulado a través de las universidades. También hay un cambio generacional donde donde hay más ganas de probar, de arriesgarse, de ser independientes.
El Estado ha sido muy importante en el éxito de los ecosistemas biotech de Chile y Argentina. En Chile, la Agencia de Ciencia y Tecnología tiene un gran parecido con la de Argentina. De hecho, forman una red latinoamericana de agencias en tecnología donde hay proyectos importantes, bases y principios muy parecidos.
Lo que tiene Chile, a diferencia de Argentina, es la ventaja de que algunas cosas son un poco más ágiles al ser más chicas también, y tiene una voluntad de unir lo público y lo privado que sucede a nivel cultural. En Argentina es más difícil unir lo público y lo privado, hay cierto recelo, cierta desconfianza. Desde lo público, cierta mirada anti privada; desde lo privado, una mirada anti pública.
-Como esa vinculación Corfo-Start-Up Chile que parece funcionar muy bien.
-Sí, Chile tiene Start-Up Chile que es un modelo muy potente, que está funcionando muy bien. Ahí es donde nosotros vemos esa diferencia, esa potencia que tiene Chile de que lo público abraza lo privado y lo acompaña.
En Argentina hay muchísimas instituciones ligadas a la ciencia y además hay una gran trayectoria de Argentina en las ciencias biomédicas, de premios Nobel, de haber promovido el desarrollo biotech. Sus científicos han sido pioneros y han dejado un legado importante de personas interesadas en la biotecnología, de investigadores. En el caso de Chile, eso está creciendo a una gran velocidad hoy en día.
-¿Los venture capitals están volteando a ver el ecosistema biotech de la región?
-Los fondos están viendo que hacer ciencia en América Latina es más económico que hacerlo en otros países. Y tenemos ecosistemas fuertes como para avanzar más rápido. Hay mucho talento que investiga, que puede sumar; saben que podemos armar equipos muy potentes en América Latina.
-Finalmente, ¿cómo ves a Aquit a mediano plazo luego del crecimiento acelerado de los últimos dos años?
-Siempre es un poco vertiginoso pensar a futuro, pero nosotros nos imaginamos como jugadores importantes en la industria, en principio, de la salmonicultura. Queremos que los productores más importantes de salmón del mundo estén usando nuestro producto.