Por Martín Mois, socio de Aninat Abogados.
Apple acaba de anunciar su nuevo producto Vision Pro, unos lentes de realidad virtual (VR) y aumentada (AR) que prometen una nueva revolución tecnológica, algo que escuchamos cada vez con más frecuencia y que, muchas veces, no es nada más que humo.
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Estos anuncios entusiasman a los consumidores, especialmente a los más fanáticos de cada marca. No es raro verlos acampando fuera de las tiendas para comprar el último chiche de su empresa favorita. Así pasa con celulares, consolas de videojuegos, tablets, etc.
Los early adopters son los consumidores que primero prueban una nueva tecnología, producto o servicio. Los motivos son varios: curiosidad, el factor cool de ser el primero, la fidelidad a una marca, el interés en la tecnología, incluso el interés por descubrir las fallas del producto y luego criticarlo. Consumidores altamente valorados por las empresas, porque su fidelidad con la marca o el producto es permanente y, quiéranlo o no, son referentes para el consumidor, con sus opiniones que se perciben más auténticas, como si fueran las de un crítico de arte.
Pero los early adopters se encuentran con problemas que son propios del desarrollo de nuevas tecnologías y de la rapidez con que estas son lanzadas al mercado. A veces, cuando estas aún están en proceso de desarrollo y presentan fallas evidentes. Eso, sin contar con problemas relacionados, como, por ejemplo: la falta de servicios o productos vinculados (un caso típico es el de las consolas de videojuegos que se lanzan con escasos juegos que aprovechen plenamente la tecnología de la nueva consola).
Así que, si vas a ser un early adopter (especialmente del nuevo producto estrella de Apple), te doy las siguientes sugerencias:
- Verificar si la empresa que lanza el producto tiene presencia en tu país, ya sea directamente como fabricante o importador, o por medio de distribuidores o vendedores autorizados. Es importante en caso de fallas del producto o dudas respecto de su funcionamiento, información sobre garantías, durabilidad e incluso obsolescencia programada, pudiendo así recurrir directamente a la empresa responsable y, en caso de falta de respuesta, poder obtener información a través de, por ejemplo, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), en el caso de Chile.
De hecho, el Sernac publicó en marzo de 2021 un estudio exploratorio sobre los riesgos de consumo de los dispositivos con Internet de las Cosas (IoT) en Chile, en el que precisamente dio recomendaciones a empresas que comercializan este tipo de dispositivos, incluyendo el explicitar el límite de control sobre el dispositivo por la empresa propietaria de su software y otorgar información sobre el ciclo de vida del producto.
- Muchas veces, los nuevos productos de una empresa -especialmente aquellos que funcionan con software y, muy especialmente, los que deben funcionar conectados a Internet o que reciben actualizaciones de esa forma- tienen una ventana de lanzamiento geográficamente restringida. Es decir, el producto solo funciona íntegramente en un determinado país o sector geográfico. Entonces, es importante verificar que el producto funciona en tu país con todas sus funcionalidades desde su lanzamiento. De lo contrario, al menos por un tiempo el producto puede no ser más que un ladrillo.
Además, ciertos productos, como algunos aparatos electrónicos, deben pasar por un proceso de certificación previa antes de poder comercializarse. Adquirir un producto sin esta certificación podría hacerte lamentar fallas del producto (por ejemplo, no estar habilitado para utilizar el sistema de voltaje estándar o no funcionar con las bandas del espectro radioeléctrico concesionadas a las compañías de telecomunicaciones).
- Poner especial atención a los términos y condiciones de uso del producto o del servicio, a la información provista por la empresa que lanza el producto y, especialmente, a la garantía ofrecida. Esto es especialmente relevante en el caso de dispositivos que necesitan actualizaciones, pues estas no siempre están disponibles de inmediato, lo que obliga a esperar días e incluso semanas para una actualización que permita el uso pleno del producto. Es más, en el afán de lanzar nuevos productos al mercado, las empresas ponen a la venta sus productos con fallas de seguridad que deben ser parchadas rápidamente a través de actualizaciones inalámbricas (OTAs). Si esas OTAs no están disponibles para los consumidores, esto puede volver inútil la garantía del fabricante. Si, además, este no tiene presencia en tu país, ni siquiera la garantía legal será efectiva.
Por ejemplo, el Vision Pro de Apple funcionará con un nuevo sistema operativo llamado “visionOS” y, por lo tanto, con apps específicamente diseñadas para este sistema operativo. Si este sistema operativo tiene fallas que deben ser parchadas por Apple a través de OTAs, es muy importante saber si estas actualizaciones estarán disponibles para todos los usuarios sin importar el lugar donde residan.
- Revisar las especificaciones técnicas del aparato que se adquiere, especialmente su compatibilidad con sistemas operativos e interoperabilidad con otros dispositivos, lo que depende de la marca y modelo, incluso cuando operan en categorías de productos distintas. Acá deben verificarse factores como intensidad en consumo de datos, servicios accesorios, y reservas legales del fabricante respecto de interoperabilidad.
- Finalmente -y en especial respecto de aparatos que capturan o utilizan datos personales del usuario- verificar las políticas de privacidad y de ciberseguridad de la empresa que los lanza. Esto es particularmente relevante en aparatos más novedosos, precisamente como el Vision Pro de Apple. Dicho aparato utiliza cámaras infrarrojas que rastrean el movimiento de los ojos, lo que inmediatamente pone la alerta sobre la captura por la empresa de datos biométricos del usuario.
Apple tiene una política muy “pro privacidad” o, al menos, eso publicita, pero el lanzamiento de productos disruptivos como el Vision Pro no me cabe duda de que traerá consigo una ola de imitadores. Puede ser que estas empresas, que lanzarán sus propios productos con tecnología similar (y a un precio inferior, lo que los hace más atractivos), tengan políticas de privacidad más laxas o, derechamente, no amigables con los derechos de los usuarios, especialmente el de protección de sus datos personales. Lo normal en estos casos es verificar también el etiquetado de los productos o la información provista por el proveedor, aunque lo ideal es poder obtener información de terceros que certifiquen estos aspectos de los productos que utilizamos.