Por Diego González, CEO de Defontana.
Así como hace más de 20 años las empresas recién se estaban involucrando en Internet, sembrando una revolución insospechada que, finalmente, cambió al mundo; hoy la inteligencia artificial nos sitúa en un punto de inflexión donde debemos decidir si aceptamos el desafío o quedamos fuera. Y si el objetivo es crecer, no puede haber duda: la decisión debe ser sumarse a ese desarrollos hoy.
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A pesar de que el concepto de inteligencia artificial tiene casi 70 años, recién el 30 de noviembre del año pasado se viralizó de manera global, a tal nivel que las búsquedas en Google se dispararon. Connotadas personas y personalidades de diversos ámbitos se hacían parte de un suceso: OPEN AI lanzaba, de forma gratuita, ChatGPT, el primer gran acercamiento de la IA a los usuarios comunes.
Una vez más el mundo cambiaba, porque el estreno aterrizó la inteligencia artificial a las personas comunes, la hizo fácil y cercana; comenzó a incidir en los espacios cotidianos y en las distintas industrias, de manera transversal, pero también despertó una vieja discusión: ¿nos van a reemplazar las máquinas?
La respuesta la entrega el economista de Oxford y experto en IA, Daniel Susskind, con otra pregunta: “¿En el futuro serás la persona que compita con las máquinas por un trabajo o quien las diseñe y opere?“, es decir, vamos a asumir este cambio o no. Evidentemente, tenemos que ser parte de este desafío y esa es la invitación.
Es indiscutible el impacto que la inteligencia artificial puede tener y que ya tiene en muchísimas áreas, optimizando procesos, haciéndolos más eficientes y productivos: marketing, logística, gestión de personas, servicio al cliente, finanzas, I+D, educación, comercio, turismo, salud, transporte, agricultura y un largo etcétera. Las posibilidades y oportunidades que entrega son infinitas.
Solo como ejemplo, según un reciente estudio de la Universidad de Standford, los agentes de atención al cliente de una organización que usaron inteligencia artificial fueron 14% más productivos respecto de los que no. Un dato muy potente, tanto como que Accenture asegura que, de aquí al 2035, la inteligencia artificial incrementará en 38% las tasas de rentabilidad de las empresas que se enfoquen en este proceso.
Reitero: estamos en un punto de inflexión y ahora es cuando tenemos que ocuparnos de pensar cómo aplicamos la inteligencia artificial de forma positiva y ética. Es muy importante que se regule, porque es una tecnología muy poderosa que puede ser de gran apoyo a la productividad y eficiencia en los negocios. La inteligencia artificial es una herramienta, un complemento, que pronto será un estándar.
No obstante, preocupa que en Chile solo el 29% de las pymes se encuentra madura digitalmente, de acuerdo a datos del Ministerio de Economía (2022). Esto significa que hay un 70% de pymes que tiene que avanzar en su digitalización.
Entonces, ojalá que como país abracemos esta oportunidad con mucha más fuerza para ser parte de este cambio. Porque llevamos años de productividad negativa; el año pasado, de hecho, cayó 5,5%, según ClapesUC.
El desafío es adoptar la inteligencia artificial como una gran oportunidad para crecer. La decisión es hoy.