Conversamos con el mexicano Francisco Valencia sobre la creación de Prothesia, una compañía pionera en escaneo e impresión 3D de órtesis y prótesis personalizadas, y de cómo pivoteó la startup a partir de la pandemia para ampliar su alcance a otras soluciones tecnológicas médicas y financieras.
El primer emprendimiento de Francisco Valencia, a los 16 años, fue hackear iPhones para que estos pudieran ser utilizados en otras regiones; creaba un cortocircuito controlado en el aparato, le inyectaba un código que lo desbloqueaba, y finalmente le instalaba las aplicaciones que el cliente le pedía.
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El origen y cierre de este particular emprendimiento tiene mucho que ver con la creación de Prothesia. El padre de Valencia es un médico urólogo muy reconocido en su ciudad. La gran generosidad que lo caracteriza lo llevaba a aceptar cualquier cosa de sus pacientes como parte de pago. Un día, a diferencia del pago habitual, que podían ser aguacates o cualquier producto del campo, un paciente que venía de California le pagó con uno de los primeros iPhones que llegaron a México, pero que no servía dentro el país. Un problema que Francisco solucionó a partir de su curiosidad insaciable por la tecnología y una búsqueda rápida en Google.
Días después, automatizó esta solución hasta la medida de lo posible para crear un pequeño negocio en su natal Morelia, México, que promocionaba en el diario local. Ese primer emprendimiento perdió su gracia muy rápidamente. No era escalable, pero más importante, Valencia no le encontraba ninguna utilidad para el bien de la gente, un imperativo que había heredado de su padre y que desde entonces el fundador de Prothesia trató de aplicar a cualquiera de sus emprendimientos.
A pesar de que creció en contacto permanente con la medicina, Valencia decidió no estudiar esta carrera como su padre, su madre y los demás miembros de su familia, porque estaba seguro que desde la tecnología podría construir un emprendimiento social para ayudar de una manera más contundente.
“A los 17 años me fui a la Ciudad de México y ahí empecé a involucrarme en comunidades de startups y de código. Cuando llegué y descubrí el software libre, dije ‘esta es mi tribu, aquí están creando cosas, están haciendo aplicaciones; hacen las cosas y ejecutan’, rememora.
Valencia estudió primero sistemas computacionales, pero no se graduó, y después estudió ingeniería mecatrónica y pronto se convirtió en un “hacker ético”, según sus propias palabras, y después, en un consultor de cibersguridad por un corto periodo de tiempo.
En 2017, Valencia crea Prothesia cuando descubre maravillado lo que se podía hacer con una impresora 3D que le regaló un amigo y con la que pudo ayudar a Charlie, un niño que conoció cuando este viajaba con su madre todas las semanas desde las costas de Guerrero hasta Michoacán para hacer sus terapias en el Centros de Rehabilitación e Inclusión Infantil Teletón (CRIT).
Esta es la conversación que tuvo Tekios con Fernando Valencia, seleccionado por MIT Technology Review como uno de los Innovadores menores de 35 Latinoamérica en 2019:
–No estudiaste medicina, sin embargo, la orientación de Prothesia es hacia el sector de la salud.
-Así es. A partir de haber visto trabajar a mi papá yo me pongo a pensar en cómo podemos multiplicar esa atención personalizada, porque a los pacientes les encanta que no seas ese médico o profesionista mercenario, que es lo que normalmente se ve en esa y en otras industrias.
En la industria de las prótesis, hemos encontrado los mismos vicios que en toda la industria de la salud. Así como afuera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hay carrozas fúnebres esperando ver quién fallece, también hay protesistas que se van a estos centros, y cuando la persona sale amputada van y le ofrecen una prótesis de muy mala calidad, seguramente usada. Es ilógico porque estas tienen que hacerse a la medida.
Entonces. nos preguntamos cómo podemos estandarizar esto para que la atención sea la misma, la generosidad sea la misma, la manufactura, lo técnico, los precios y demás. Y nos dimos cuenta, después de años trabajando, que aún metiendo el factor tecnología de impresión 3D, aún así, las personas siguen teniendo el obstáculo de la financiación. Por eso ahora estamos trabajando con una tarifa plana que no tiene interés sobre interés. No nos interesa estar en el negocio de endeudar a las personas, sino en el negocio de ayudar.
-Con un contacto precoz con el mundo startup, ¿por qué decides ir por el lado de la mecatrónica y no por el lado de los sistemas, como en tus inicios?
-Porque me gustaba el tema de prototipar, de hacer hardware. Se me hizo muy interesante que también puedes crear máquinas en horas y el software siempre lo puedes aprender en internet, además de que ya hay muchas cosas resueltas donde copias el código, haces algunos ajustes, conectas un API, pero en el hardware necesitas saber el principio de funcionamiento de la física y de la electrónica para poder hacer eso. Era entender cómo funcionan las computadoras de raíz.
–¿Qué tan determinante fue ese paso como hacker y la actitud de curiosidad para lo que está haciendo Prothesia en este momento?
-Es el mindset que predomina, y la curiosidad. Soy obsesivo. Me gusta mucho aprender porque estoy muy convencido de que siempre hay pistas para aprender cosas de lo que más te gusta en otras áreas. He encontrado muchas cosas en la biología, en la química, en la micología, hasta teología, y ves que todo se correlaciona.

IMPRIMIR MANOS
–¿Cómo se convierte Prothesia en una startup y a partir de una impresora 3D?
-Yo estuve imprimiendo lo que podía en esa impresora que me regalaron y fundé un negocio que se llamaba Tangente 3D. Con esa primera impresora imprimimos partes para otra impresora y ahí empezamos haciendo manos y férulas para niños con parálisis cerebral del CRIT del Teletón.
La motivación inicial había sido un niño, Charlie, un niño que viajaba desde la zona costera de Guerrero hasta Michoacán cada semana para sus terapias en el CRIT. Vimos que imprimiendo se abarataban los costos aproximadamente en un 40%, pero aún así era muy caro.
-¿Qué tan grande es el mercado de las prótesis y órtesis?
-En el mundo hay 1,5 millones de amputados cada año y 60% de ellos son de miembro inferior. En México y en Latinoamérica lo que más predomina es este tipo de amputación, sobre todo por la diabetes. En México, por ejemplo, hay 780.000 amputados de pierna, y se amputan todos los días a 75 personas.
–Inversiones grandes que tienen que hacer las familias.
-Lo que está impactando ahorita, irónicamente, no es la tecnología de manufactura, sino la tecnología de análisis de riesgo. Es decir, la ciencia de datos detrás para poder determinar si la persona nos va a pagar o no.
Eso a mí me rompe mucho porque es algo que lo viví toda mi vida con mi círculo de amigos, de otros emprendedores, de amigos de la ingeniería. Estamos con esta obsesión los tecnólogos porque saben hacer tecnología y y tienen este martillo en la mano y creen que todo es un clavo. Pero a veces la solución es más sencilla de lo que parece. Nuestra atención ahora está en esta variable de la financiación.
–¿Qué han aprendido desde esa mano que hicieron para Charlie?
-Desde el primer prototipo pasaron más o menos unos 8 meses. Fueron decenas y decenas de piezas y prototipos. Cada intento era un aprendizaje en mecánica, en la elección de materiales, pero también en en el trato al paciente, en el tema psicológico. El abordaje con un amputado, por ejemplo, es muy distinto que con los padres de familia de algún niño con una discapacidad como parálisis.

TRANSFORMACIÓN PANDÉMICA
–Estuviste por cerrar Prothesia al principio de la pandemia. ¿Cómo sobrevivieron?
-En enero del 2020, antes de la pandemia, nos contactó el jefe médico de una compañía unicornio de impresión 3D en Boston, y resulta que el hijo de este director médico tiene parálisis cerebral. Nos dijo que quería que le fabricáramos un dispositivo para su hijo. Efectivamente lo hicimos en 7 días y fue un éxito, lo que nos abría las puertas a una posible inversión. Pero entonces llega marzo con la pandemia en pleno proceso de la inversión que necesitábamos y se congela el tema porque además llega la crisis de los hisopos para las pruebas PCR. En ese momento empezamos una colaboración con ellos y el hospital de el Northwest de Nueva York y el de Florida, donde cortábamos el costo de la PCR a la mitad por el diseño del hisopo al imprimirlo en 3D, según ciertas normas técnicas.
Durante dos años y medio estuvimos vendiendo pruebas de antígenos y prótesis y sin querer nos convertimos en una distribuidora de dispositivos médicos. Ahora regresamos a las prótesis, pero ya con otra visión más amplia. Ahora el pivote, el foco principal, está en el financiamiento.

PIVOTEO HACIA EL FINANCIAMIENTO
–¿Financian a los pacientes que necesitan prótesis?
-Lo detectamos en el tema de las prótesis, la traumatología, ortopedia, y rehabilitación. Pero el plan es expandirlo a otras áreas también, que son muy críticas, por ejemplo, en la ginecología y obstetricia, cardiología, gastroenterología, y dispositivos médicos.
–¿Cómo se han financiado hasta el momento?
-Ha sido bootstrapping, principalmente, y hemos recibido grants de algunas organizaciones, sin embargo, no hemos cedido porcentaje de la compañía ni hemos recibido una inversión a cambio de porcentaje. Ahora estamos a unas semanas de cerrar una ronda de inversión de etapa pre semilla, pero para el giro financiero de la compañía.
–¿Qué tan difícil ha sido conseguir financiamiento como startup de impacto social?
-Yo siempre había dicho que prefiero que mi compañía salga adelante con la menor cantidad de inversión posible, porque eso habla de no caer en los vicios de Silicon Valley, donde siempre hay valuaciones infladas y se quema mucho capital y se crean burbujas. Hemos recibido un montón de ofertas, pero no hemos querido irnos por ninguna.
También nos han ayudado organizaciones como el Tec de Monterrey o everis, que son de los pocos organismos que entienden que es extremadamente complejo querer hacer una compañía y que sobre todo tenga impacto social.
Para mi la mentoría también es de lo más importante. Tengo un grupo de mentores aquí en México, otro en Los Ángeles, otro en Boston. Hablar con ellos es muy refrescante, me trae mucha paz, me dan mis cachetadas a veces.
-Ante esta iteración hacia el financiamiento, ¿como ves a Prothesia en unos años?
-Vamos a estar ayudando pacientes de todo el mundo. Creo que esta compañía va a ser recordada porque logró democratizar acceso a la salud.
El plan más cercano es ampliarnos a otras especialidades, no sólo financiar a pacientes, sino por ejemplo a un hospital que quiere comprar una máquina de rayos X o comprar insumos para la clínica, porque eso también es un detractor a la hora de atender mejor.
Todo lo que tenga que ver con mejorar el acceso a la salud lo queremos financiar del lado del paciente o del lado del hospital. Y yo lo veo todavía más, con un poco más de ambición: cerrar todo el ecosistema, todo ese círculo de necesidades con segmento de medicamentos, financiamiento de terapias, financiamiento incluso de servicios funerarios también.
–¿Se podría decir que Prothesia será una healthech-fintech, con un espectro de servicios inmenso?
-Yo diría que somos una healthech que se está apalancado de servicios fintech y que va a ser un ecosistema de servicio, empezando por financiamiento de dispositivos médicos.
Creemos que en un futuro nuestros mayores clientes no van a hacer los hospitales, no van a ser los pacientes, van a ser las otras startups que estén buscando financiar a toda su cartera de clientes.