En Tekios conversamos con el fundador de una legaltech mexicana que ha sabido anticiparse a la transformación tecnológica del ejercicio del Derecho, una labor aferrada a sus tradiciones culturales. El tiempo le ha dado la razón a esta startup que atiende a unicornios como Kavak y Rappi, y a big techs como Samsung o IBM.
Es muy poco probable encontrar en un currículo la profesión de programador y de abogado, como sí aparece en el de Ignacio Bermeo, el fundador de Trato, que se negó a renunciar a la computación, su pasión infantil, mientras cursaba la licenciatura en Derecho, en Monterrey. Intuía que algún día se iba a digitalizar esa profesión llena de papeles, documentos, folios y rígida tradición.
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Esa intuición era leve, pero se fortaleció mientras estudiaba, tanto así, que lo llevó a crear en 2000, apenas se graduó, su primer emprendimiento, tusabogados.com, un portal que ofrecía asesoría legal a la gente. El emprendimiento sucumbió ante la caída de las puntocom, se reconvirtió en una revista, pero surgieron dificultades para obtener rentabilidad. “El timing no era el correcto para monetizar algo así”, resume Bermeo.
Después de varios emprendimientos parecidos, en 2014, Bermeo entró a un programa de Founder Institute, en Silicon Valley, un entrenamiento que le sirvió para volver a emprender y el resultado fue Trato, una startup dedicada a gestionar contratos y firmas electrónicas que acaba de ser mencionada por la aceleradora de negocios Rockstart y la revista Forbes como una de las empresas de mayor crecimiento en México, la única legaltech del país en dicho ranking.
El crecimiento y la innovación de la startup también han captado la atención de varios fondos de capital de riesgo que decidieron invertir en su modelo de negocios, un hito para la industria legaltech en América Latina, que pandemia mediante ha comenzado a recibir una mayor atención.
LA CREACIÓN DE UN ABOGADO TECNOLÓGICO
–Eres un abogado que programa. ¿Eres un bicho raro en tu gremio?
-Definitivamente. Desde muy chico me gustaba la tecnología, antes de encontrar el Derecho. Me gustaba que las cosas que resolvía la tecnología, cambiaban todo a su alrededor.
Mi inclinación hacia la profesión jurídica era impulsada por una necesidad de saber cómo nuestras acciones tienen repercusiones o cómo nos limitan el actuar en ciertas cosas. En ese momento, había mucho tema teórico y mucho papel, mucha cosa tradicional, muchas leyes.
Empecé a hacer la carrera o a trabajar por la profesión siempre aprovechando las herramientas tecnológicas que existían en ese momento. Y la carrera de Derecho la fui mezclando con la pasión de la tecnología; es así cómo me hice ese bicho raro del abogado tecnológico. En fin, el punto es que los dos temas me apasionaron y así formé algo que unía esas dos pasiones y de donde surgen posteriormente los contratos digitales.
–Arrancas muy pronto a emprender, con tusabogados.com
-Me adelanté muchísimo a un servicio legal que se pudiera prestar por internet. Esa primera página la hice en html; era básicamente una página donde muchos llegaban y hasta pedían el servicio gratis, porque pensaban que eran servicios jurídicos gratuitos, ofrecidos por el gobierno. Fue difícil buscar la monetización, porque no muchos se atrevían a meter su tarjeta de crédito cuando ni siquiera existían las fintech. El timing no fue el correcto y por eso terminó convirtiéndose en una revista, porque lo que yo quería era acercar a la gente al Derecho. El lema era el Derecho al alcance de todos.
Es que en 2014 los abogados todavía no le veían ni pies ni cabeza a esto; pensaban que el papel iba a seguir dominando.
–Ese fue el año de tu paso por el Founders Institute, de donde salió Trato. ¿Qué tan importante fue esa experiencia y cómo derivó en esta compañía?
-Lo más relevante, y lo que más me gustó de ese programa, fue que había unos inversionistas mentores que calificaban tu idea y te decían ‘no, esto no va para ningún lado’; o ‘sí, dale por ahí’.
Fue donde nació la idea, pero había otras que de alguna manera estaban relacionadas, y terminas escogiendo aquella que tiene más oportunidades de crecer. De los 200 que aplicaron, escogieron a 30 y de esos solo sobrevivimos dos.
Fue un año de experimentación. En ese momento solo tenía un PowerPoint, una idea y la convicción de que las cosas se podían transformar. Y es que las ideas no tienen valor, lo que tiene valor es la ejecución. La idea se le ocurre a otro tipo a miles de kilómetros de distancia. La diferencia está en quién de los dos realmente va a crear una empresa interesante.
-¿Ha sido esencial tu faceta de programador para lo que hoy está haciendo Trato?
-Muchas de las opciones en el mercado, también en Estados Unidos y en el resto de América Latina, son creadas por ingenieros o por mercadólogos, pero no por abogados. Y aunque una empresa así contrata abogados, los abogados ven lo que saben; los abogados pueden ver los temas que les conciernen, pero no ven Derecho tecnológico.
Cuando formamos la empresa, a nosotros nos tocó tratar de educar a los abogados, enseñarles a responder preguntas como “¿qué es el Derecho tecnológico?”, “¿qué es el Derecho informático?”, “¿cómo debe ser una firma electrónica?”, “¿un contrato digital que conlleva?”. Hasta la manera cómo presentarías la evidencia para un litigio en algún tribunal.

LA INTERNACIONALIZACIÓN DE TRATO
-Procedimientos que cambian de país a país.
-Sí, una cosa es hacerlo en México y otra en Perú. Cambia radicalmente, y más en Latinoamérica, donde los jueces interpretan la regulación.
Cuando las empresas empezaron a utilizar firmas del extranjero se empezaron a topar con problemas. Latinoamérica, por ejemplo, es diferente a Estados Unidos. En este último opera un sistema consuetudinario basado en la costumbre y por eso es viable que no se involucren tanto los abogados. Lo mismo pasa con España, considerado un hub legaltech. Les queda muy difícil acomodarse: esto no es un CRM, aquí hablas de regulación de países que tienen sus propias leyes.
–¿Qué tan fácil ha sido la “tropicalización” de las herramientas?
-Es parte de la tarea. Los abogados especialistas en Derecho informático buscaban que el equipo que se iba formando estuviera integrado por especialistas en la materia, y todos vienen de litigar temas de firma electrónica. Una de las tareas era revisar la regulación en todos estos países de Latinoamérica, para ver que efectivamente la firma electrónica, o el contrato digital, o el contrato inteligente, o cualquier otro tipo de producto que vayas a utilizar, pueda eventualmente presentarse en un litigio y tenga los elementos para decir ‘esto fue hecho totalmente de manera digital, con base a la regulación de tal país’.
–¿Eso es una barrera de entrada para competidores de ecosistemas legaltech más consolidados, como Estados Unidos?
-Sí, por eso nosotros, como Trato, quisimos enfocarnos a los países que conocemos, es decir, Latinoamérica, donde los jueces y los abogados son escépticos de la tecnología, porque tienen que asegurarse que se cumpla toda la normatividad. Aquí en México, por ejemplo, te piden un documento adicional que se llama la constancia Nom; en Perú, tiene otro nombre. Ese tipo de cuestiones no te las va a dar una empresa extranjera que no sabe cómo es la regulación acá, y cómo funciona toda esta operación. Era un reto cambiar esa tradición. Y digo era, porque la pandemia cambió todo.
–¿Cómo aprovechó Trato las ventajas que dio la pandemia?
-Orgánicamente empezamos a tener mucho interés en otros países, como Perú y Colombia, donde tienen operaciones los clientes que tenemos acá en México. Vamos a entrar ahí con más fuerza este año y el que viene, enfocando los esfuerzos en estos países que están pidiendo un soporte o una solución tecnológica para el tema contractual. También vamos a entrar a Chile y Argentina.
Hay más competencia, pero eso mismo hace crecer más a la industria, te hace ser mejor y más innovador. Y Trato es esencialmente una solución completa, integral de contratos; una solución que permite crear, generar y dar seguimiento. El desarrollo de la firma electrónica llegó después, porque no queríamos depender de un tercero.
–¿Qué tan difícil ha sido para una legaltech mexicana conseguir financiamiento?
-Nosotros llegamos a levantar cerca de US$ 750.000 hace tres años, pero ahora nos hemos enfocado a crecer el proyecto. Tiene que haber un momento en que trabajas, esperas y haces que las cosas funcionen, más que estar pensando en levantar (dinero) y no darle valor a la empresa. Cuántas historias vemos que el valor de una empresa termina siendo el hecho de cuánto levantas y no lo que realmente generas. Nosotros no vamos a dejar de hacerlo, porque queremos hacerlo más rápido, hacerlo fuerte y en otras regiones. Ahí es donde estamos ahora.

LEGALTECH CONTRA EL PAPEL
.¿Ha cambiado la situación para las legaltech latinoamericanas en los últimos años?
-Se espera que para 2027 el valor del mercado sea más de US$ 30.000 millones. En América Latina se espera que esté rondando los US$ 3.000. El hype en este momento está en fintech, pero quien opera en fintech necesita un soporte legal y eso significa un gran crecimiento para el legaltech. Nosotros esperamos ser la marca más importante en Latinoamérica en esta industria.
Las fintech se van a recargar mucho en los abogados que están involucrados con la tecnología; no abogados que conozcan del Derecho de la tecnología, sino que estén involucrados. Nosotros estamos apoyando a esos abogados que entran para abrirlos y que conozcan realmente lo que está pasando en el mundo informático, pero desde todas las tuercas. Porque si no lo sabes, ¿cómo vas a ir a defender algo en un juicio? Ahora tienes que saber cómo está formado ese contrato que nunca pasó por tus manos.
-¿Ha cambiado definitivamente la mentalidad de los operadores jurídicos después de la pandemia?
-Sí, definitivamente. Hoy ya todos están a favor del uso de medios electrónicos para operaciones jurídicas. Yo creo que a corto plazo vamos a depender más de una operación jurídica digital que de como normalmente existe. Muchas instituciones van a cambiar y ya lo estamos viendo desde la parte regulatoria, como en las notarías, en cómo las autoridades van a aceptar los documentos, etcétera. Yo veo cada vez más despachos involucrándose en temas del Derecho informático.
Todavía hay abogados de la vieja guardia que básicamente no quieren cambiar eso, prefieren que les mandes un documento en mensajería. Y eso es ridículo, porque el papel siempre fue vulnerable, desde el momento que puedes destruirlo y hacer desaparecer un contrato.
-De un tiempo para acá los conceptos blockchain e inteligencia artificial están más presentes en el legaltech. ¿Cómo ha sido la incursión de esas tecnologías en los productos de Trato?
-Conocimos los NFT o los creamos desde antes de que fuera hype. Porque no había otra manera de poder firmar digitalmente un pagaré. El pagaré es un instrumento único que tiene que ser irrepetible, que se pueda eventualmente cancelar. Y lo que ocurría anteriormente era que un papel lo imprimían con un papel especial para que no se pudiera replicar. La tecnología del blockchain nos permite crear un activo digital único, irrepetible, que puede eventualmente cancelarse, y que también vive de manera independiente a nuestra propia solución. Esto lo empezamos a estudiar desde antes; ahorita, ya lo están utilizando en lo que llaman el cripto pagaré.
.¿La legislación en América Latina ha conseguido caminar al ritmo que exige la tecnología?
-Todo ha sido lento, pero ha habido muchos avances. Ahora hay muchas normas que están a favor del uso de medios electrónicos, de aportaciones de la ciencia, como antes se le llamaba.
–¿Van a desaparecer los abogados en un futuro cercano?
-Por ahora no, la tecnología hoy les va a dar superpoderes a los abogados que se involucren con ella, no a los que se queden atrás.
Al utilizar herramientas como Trato, el abogado se involucra más en la operación de la empresa. Puede saber cuándo se le movió el contrato, cuándo lo firmó el cliente, si firmó el cliente la versión que el abogado le entregó; sirve también en la parte de la negociación. Súper poderes. Ese proceso de alguna manera todavía tiene que ser revisado por un profesional jurídico; aunque alimentes mucho a la maquina, todavía es necesario el razonamiento jurídico. Cuando ya empecemos a encontrar la inteligencia artificial que razone por sí misma, entonces, podrían empezar a cambiar las cosas.