Por Juliana Etcheverry, directora de Expansión para Latinoamérica y Alianzas Estratégicas de Ebanx.
Si hay un sector que está creciendo a una velocidad vertiginosa en Latinoamérica y el Caribe es sin duda el de las financieras tecnológicas. Con más de 2.300 fintechs en la región y una inversión récord en capital de riesgo de US$6.400 millones en el primer semestre de 2021 (Asociación Latinoamericana de Venture Capital), apenas se está visualizando todo lo que se podrá alcanzar.
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Este sector ágil y dinámico puede ofrecer espacios de crecimiento laboral y personal para muchas mujeres. En 2018, un famoso estudio realizado por McKinsey & Company demostró que los equipos ejecutivos diversos tenían 21% más de probabilidades de superar la rentabilidad y 27% más de probabilidades de tener una creación de valor superior. Desde entonces, se han visto grandes avances para la inclusión en muchas empresas, sobre todo en las fintech.
Pero, a pesar de que muchas mujeres están ocupando puestos de liderazgo o forman parte del equipo directivo en el 35% de las fintech de la región (BBVA), todavía falta mucho por hacer para equilibrar su participación e influencia. Una de las principales barreras de entrada para las mujeres es la falta de educación y preparación en STEM. A nivel mundial, las mujeres solo representan el 28% de las personas licenciadas en ingeniería y el 40% de las licenciadas en informática y computación (Unesco).
Adicionalmente, esta brecha aumenta a medida que las mujeres escalan en sus carreras, principalmente por la falta de oportunidades de desarrollo profesional, menores sueldos y la baja visibilidad de su trabajo. Debido a esto, se pronostica que América Latina requeriría 59 años para cerrar la brecha de género en este sector (Movimiento STEM).
En efecto, hoy en día se ve que en la región la presencia femenina es muy fuerte en las áreas consideradas “blandas”, pero no en las “duras” (BID). En las empresas de Latinoamérica, las mujeres representan el 64% del total de empleados en áreas de Recursos Humanos, el 63% en Comunicaciones y Relaciones Públicas y el 53% en Responsabilidad Social. Pero en las categorías STEM, estas representan menos del 35% del total de las personas empleadas.
Al mismo tiempo, existe una inmensa brecha de talento en el sector tecnológico en América Latina. Hay escasez de profesionales y sobran oportunidades para las mujeres: se estima que la región necesitará de más de un millón de desarrolladores de software en los próximos tres años. Esta es la principal profesión emergente en México, Chile y Argentina. Estudios de la empresa social Laboratoria han detectado que las mujeres que se convierten en desarrolladores tienen una tasa de empleabilidad del 87% y consiguen mejores salarios a medida que adquieren experiencia en el sector. Estos son aproximadamente unos US$878 mensuales para las que llevan 2 años trabajando y llegan a US$1.350 para las que tienen 5 años en el mercado laboral.
Cabe resaltar que los sectores financieros y de tecnología tienden a ser los mejor remunerados a nivel mundial por la cantidad de dinero que generan y la demanda de personal especializado que requieren. Es por eso que ya muchas mujeres han visto el potencial que tienen las fintech para la renovación social y cultural, al permitir que aumenten las oportunidades para todas las personas. Sin embargo, existe una tendencia que demuestra que donde hay mayores ingresos la disparidad de género es más evidente. Por ejemplo, en el sector de las tecnologías y ciencias de la computación, solo el 30% de los trabajadores son mujeres (Naciones Unidas).
Por tanto, es importante que las empresas vean internamente qué tipo de acciones concretas pueden llevar a cabo para promover el protagonismo femenino y que tengan coherencia con su visión. A medida que se generalicen los mecanismos de inclusión con estructuras de políticas públicas o incluso privadas, aumentará el dinamismo en todos los mercados.
Es más, la situación de pandemia actual ha acelerado la revolución digital, cambiando las formas de trabajar, ejecutar tareas, configuraciones de los puestos de trabajo, lo que implica nuevas necesidades de habilidades, de conocimientos y de mejores cualificaciones. Estos cambios trascendentales están redefiniendo muchos patrones anteriores y pueden tener el efecto de impedir mayor equidad, o de ser una oportunidad para propiciar una mayor autonomía económica para las mujeres ante los escenarios económicos cambiantes como los que estamos viviendo ahora. Es por eso que todas las personas y empresas deben buscar estos cambios a través de estrategias de equidad de género y mejores políticas públicas que marquen las pautas para todos.
En América Latina y el Caribe, empresas y autoridades de cada país han buscado soluciones a través de becas, programas de familiarización, modelos a seguir, programas de acompañamiento, entre muchos otros. Algunos ejemplos de iniciativas que podemos destacar: el programa realizado por BID Lab con WeXchange que busca liberar el potencial de crecimiento de las emprendedoras, y la ONG Geek Girls LATAM que promueve y ofrece oportunidades para que mujeres latinoamericanas utilicen, se apropien y se vinculen activamente con la creación de tecnología. Adicionalmente, países como Chile han creado sus propias estructuras para atraer cada vez más mujeres a los campos STEM tal y como la Red de Empresas por la Igualdad de Género, Diversidad e Inclusión (REDEG).
Es fundamental que, a partir de ahora, cada mujer y niña conozca todas las oportunidades que están a su disposición, pero sobre todo que entienda y crea firmemente que todo lo que se proponga hacer lo puede lograr a través de la confianza en sí misma y de no sentirse menos que nadie.