Por Daniela Rapetti, gerenta General de Robert Bosch Chile.
Obtener cargos gerenciales o ejecutivos en una empresa no es tarea fácil, pero se hace más cuesta arriba para las mujeres.
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Son muchas las razones: la reciente profesionalización femenina, hacer carrera laboral lidiando con las labores del hogar y la familia y, sobre todo, los estigmas que aún cargamos por solo el hecho de ser mujeres.
De acuerdo con el Ranking IMAD 2021 (que mide la presencia femenina en la alta dirección de las empresas más grandes de Chile), ha habido un incremento en la participación femenina en cargos de mayor responsabilidad en las empresas en Chile, en los últimos 4 años. El estudio muestra que el 79% de las empresas cuenta con al menos una mujer en la primera línea ejecutiva. Sin embargo, aún las mujeres, como a lo largo de los siglos, debemos luchar por nuestros derechos para que se nos considere en equidad con el hombre.
En las empresas, sucede lo mismo. Antes -y todavía en algunas partes- la mujer se veía relegada a cargos menores en una compañía, y era impensado que fuera jefa, gerente o directiva. Hoy, afortunadamente, esto ha ido cambiando y cada vez somos más mujeres que tomamos roles protagónicos de liderazgos en empresas gracias a nuestras capacidades, ya que se valora la variedad en formas de pensar, experiencias y perspectivas para el éxito empresarial a largo plazo.
En Bosch, por ejemplo, se promueve la cultura de equidad de géneros y empoderamiento de las mujeres, como dos pilares para crecimiento sustentable, inclusivo y equitativo. Hay varias acciones que apoyan la carrera femenina dentro de la empresa, como jornadas flexibles y capacitaciones exclusivas para lideresas, entre otras. Así, en Bosch Chile ya somos 20% de mujeres a nivel de gerencias y 40% a nivel de jefaturas.
Es positivo que cada vez más se abran espacios para que las mujeres ejerzan puestos de toma de decisiones. Además, muchas compañías también han desarrollado políticas de paridad y equidad de género, y están evolucionando en su cultura organizacional para abrir más oportunidades a colaboradoras.
Las empresas ganan mucho en tener más mujeres en posiciones de liderazgo, pues tenemos características de adaptabilidad y lidiar con adversidades muy grandes. Las mujeres somos especialistas en orientar personas, en cooperar, en tener red de relaciones para llegar a objetivos más rápidamente.
Pero el liderazgo de ambos sexos es complementario. Tenemos que trabajar siempre en conjunto para que lleguemos a mejores resultados, pues diferentes puntos de vistas que pueden ampliar los horizontes de las organizaciones.