Tekios conversó con Luque, también coCEO de la asociación, sobre el desarrollo del ecosistema agtech en México y el papel de Nuup como una organización que facilita la interacción entre los diferentes actores de la agricultura por medio de la tecnología.
Nuup significa conexión en lengua maya, y conectar es el gran objetivo que persigue esta asociación civil que crearon María Luisa Luque, Vincent Lagacé e Iván Córdoba, en 2015.
Suscríbete a nuestro newsletter
“Conectar para llenar el vacío que encontramos en las cadenas de valor del agro mexicano, sobre todo en lo que respecta a los pequeños productores y su relación con los compradores”, explica Maria Luisa Luque, su coCEO y cofundadora.
Después de seis años de existencia, Nuup se ha convertido en facilitadora del ecosistema agtech, capaz de juntar en la misma mesa a pequeños productores, cooperativas y a la gran agroindustria; ofrecer soluciones, tecnológicas casi siempre, que permiten a estos actores de la cadena de valor resolver retos específicos, como fortalecer su producción, comercio o cadena de suministro, y generar a su vez impacto social y ambiental.
Sobre este camino lleno de desafíos y logros conseguidos al defender la colaboración, en un sector olvidado por la tecnología y los inversionistas, Tekios conversó con la lideresa Maria Luisa Luque.
-¿Cuándo se encontraron con este vacío en las cadenas de valor que los lleva a crear Nuup?
-Vicente (Lagacé) estaba trabajando en una organización que brinda financiamiento a pequeños productores y yo estaba en Ashoka, que es una red de emprendedores sociales global. Ambos estábamos, entonces, llevando a cabo un ejercicio en el cual queríamos traer a la mesa a grupos de productores, emprendedores sociales, compradores de empresas grandes multinacionales, pero también a empresas chiquitas, equipos de sustentabilidad, de responsabilidad social y corporativa. Y aunque nos encontrábamos con distintos proyectos e iniciativas de apoyo a pequeños productores para incluirlos a estas cadenas de valor, no encontrábamos los resultados que esperábamos en cuanto a escalabilidad y dinamismo.
Fue después de una serie de sesiones de trabajo colaborativo que vimos que existía la necesidad de un actor que fuera neutro, que no comprara ni vendiera; un actor que estuviera al servicio de la colaboración y que fomentara la información compartida, que permitiera una mejor toma de decisiones habilitados por la tecnología, principalmente la de los smartphones. En ese momento, Vincent y yo, levantamos la mano y dijimos: ‘Adelante, esta es la nuestra’.
–¿Desde ese momento supieron que la tecnología tendría un foco central en Nuup?
-Sí, lo visualizamos, pero aunque la tecnología ya estaba inventada, necesitábamos combinarla o adaptarla para que los usuarios con los que queríamos trabajar la entendieran. No se trata de tener el código más puntero o el algoritmo más inteligente, sino cómo la información que aparece en la pantalla de un smartphone la entiende un productor que si acaso utiliza Whatsapp.
-¿Y por qué deciden conformarse como una asociación civil y no como una startup?
-No nos queremos ir a Silicon Valley a escribir código; la tecnología ya existe. Por otro lado, no queríamos que las bases de datos fueran el motor del valor; queríamos que estas pertenecieran a los productores. Y además, sabíamos que los procesos de adopción en este caso son lentos, por lo cual necesitábamos capital realmente paciente y no íbamos a estar en la misma sintonía que los inversionistas de impacto. El tiempo nos ha dado la razón.
–¿Cómo se financia Nuup?
-Nuup cuenta con fuentes de financiamiento muy diversificadas. La mayor parte de nuestro financiamiento está asociado a proyectos y alianzas muy específicas por temática o cadena de valor.
Contamos con proyectos y alianzas con empresas, fundaciones, multilaterales, organizaciones de la sociedad civil, entre otras. Cada alianza y propuesta de trabajo es distinta, pero el enfoque en la agricultura de pequeña escala siempre es el mismo, así como la visión de impacto social y ambiental.

HERRAMIENTA DE LA COLABORACIÓN
-¿Cómo se fue implementando la tecnología en un sector con tantas previsiones como el agropecuario?
-En la primera fase 2015-2018 sacamos algunos prototipos, probamos algunas cosas, pero a nivel muy exploratorio. Nosotros no venimos del mundo tecnológico, pero tenemos un tercer cofundador, Iván Córdoba, que sí es programador, aunque no del mundo startup, sino de la programación convencional.
Intentamos diferentes avenidas y nos encontramos con un panorama demasiado amplio. Por ejemplo, vimos que nos podíamos convertir en un proveedor de soluciones de captura de información para otras ONG. Y lo exploramos, pero no era la ruta que más nos interesaba: el usuario que queríamos tener era el productor o la cooperativa, un segmento tan desatendido y en el que hay de todo por hacer.
–¿Cómo fueron esos primeros intentos para que los productores usaran la tecnología?
-Nos encontramos con productores que inmediatamente cacharon una herramienta que desarrollamos para productores de fresa que les permite llevar sus bitácoras de manera digital y acceder a información climática. Fue bien recibida, de manera inmediata.
También nos encontramos con productores que tienen que involucrar a su hijo, porque este se vuelve su ayudante en tecnología. Es interesante, porque le da un rol distinto al del padre de familia, que es quien toma las decisiones de lo que se va a hacer en el rancho.
Pocas veces nos hemos encontrado con productores que nos digan ‘no nos interesa’, aunque la curva de aprendizaje es distinta en todos.
–Además de los productores, ¿quiénes son los beneficiarios de las soluciones tecnológicas de Nuup?
-Todas las iniciativas en las que trabajamos siempre son en colaboración y van hacia compradores, productores o las ONG. Los retos que enfrentan los pequeños productores, sobre todo cuando se trata de acceso al mercado de la tecnología, es solo una parte de un rompecabezas mucho más grande.
–¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, el proyecto Madre Tierra lo estamos trabajando con la ONG que se llama TechnoServe, que hace capacitación agronómica a los productores.
También hay cooperación alemana para asesorar en temas de biodiversidad y prácticas agrícolas. Este es un proyecto público, en línea, y que busca un canal de compra, de la manera más directa posible, para la mitad de su fresa en Norteamérica. Está siendo utilizada por los productores del programa, pero estamos viendo caminos para habilitarla para cualquier productor de fresa que la quiera utilizar. Esa es nuestra próxima frontera. Es el reto que enfrentamos como organización en los próximos dos a tres años: cómo podemos habilitar las soluciones que hemos desarrollado en otros contextos.

AGRICULTURA CON SENTIDO DE NEGOCIO Y RAZÓN SOCIAL
–¿Nuup es esencialmente un puente o un facilitador entre varios actores como dicen otros participantes del ecosistema Agtech?
-Nos gusta una definición dentro del modelo de impacto colectivo de Porter que dice que cuando quieres cambiar un sistema debes tener una organización puente que su rol sea únicamente facilitar la colaboración. Nosotros nos identificamos con esa idea.
Si nos remontamos al origen de Nuup, en 2015, había talleres de co-creación, eventos de co-creación; era como la palabra más de moda en el planeta. Y una cosa que nos llamaba la atención, a Vincent y a mí, era que la colaboración es un proceso desordenado. Es un proceso que se puede tratar de ordenar en el caos, pero siempre hace falta alguien que se asegure de que la colaboración avanza. Por eso tenemos dos sombreros: la mitad del equipo está orientado a dilucidar quién se tiene que sentar en esta mesa y lograr que la mesa trabaje junta, dialogue y avance; y otro que es el equipo de desarrolladores. Los dos equipos tienen que trabajar juntos.
–¿Existe un ecosistema agtech en México?
-El sector debería ser cien veces más grande y cien veces más dinámico en México. Nos sorprende que en el país no haya más desarrollo de tecnología en agricultura.
Vemos otros países con sectores agtech muy desarrollados llegando a México. Nosotros, por ejemplo, estamos viendo cómo traer muchas de estas tecnologías al sector de pequeños productores. Es otra manera de trabajar.
En el tema de pequeños productores hay muchísima innovación y cantidad de startups en África y Sudeste Asiático, por ejemplo, pero no acá.
–¿El Estado no debería meter la mano para ayudar?
-Participamos en la convocatoria de MassChallenge, en 2018, que estaba siendo financiada por Inadem (Instituto Nacional del Emprendedor), y honestamente fue un apoyo bárbaro, pero desafortunadamente el Inadem ya no existe. Sí se necesitan más apoyos.
–¿Y por el lado de la academia?
-En las universidades que tienen las carreras ligadas al campo el tema del emprendimiento no está muy desarrollado y profesionalizado. Aunque hay interés, sin duda.
Tuvimos muchos acercamientos con la universidad de Chapingo, que es la más importante en temas de agricultura en México. Cuando sacaron su programa de incubación de empresas recibieron 12.000 propuestas, un número estúpidamente alto para apoyar a solo 40 organizaciones.
Hay muchísimo interés por emprender, pero hay mucho desconocimiento sobre el cómo, por qué, dónde, y también de cómo hacer emprendimientos escalables. El agro se ve como un sector del pasado y no del futuro, pero se puede emprender, hay todo por construir ahí.
–Los fondos de impacto de las grandes empresas agroalimentarias, ¿están cumpliendo su parte en el ecosistema? ¿Tienen un compromiso social?
-Encontramos que sí hay bastante interés en desarrollar otras maneras de acercarse al campo, porque además los consumidores se están preguntando mucho sobre el origen de sus alimentos. ¿Cómo se han producido?, ¿en qué condiciones? Y la tecnología puede ser un habilitador para responder esas preguntas.
En cuanto al compromiso social, hay que verlo empresa por empresa. Con algunas empatamos en la idea y en algunos objetivos; en otros, es solo un tema de posicionamiento.
Hay un sector agroalimentario interesado en invertir en startups agtech, con un producto enfocado a una agricultura a gran escala y de grandes recursos, y nos parece interesante, pero si siete de cada diez productores son de pequeña escala… Tenemos que encontrar soluciones para ellos. Tal vez crear un canal más directo y estable, otro también para el comprador, lo que va a beneficiar al ecosistema. Porque esa es nuestra apuesta: que la agricultura tenga sentido de negocio, una razón social y ambiental para que sea sostenible en el tiempo.
–¿Tienen planes de salir de México?
-Desde un inicio hemos pensado que ojalá antes de la jubilación nos quedemos sin trabajo en México. Cuando podamos decir que no somos necesarios y que hay un ecosistema y que los productores tienen acceso a los datos, que la información fluye y la colaboración funciona. Ese es nuestro sueño más dorado.
En Nuup estamos muy comprometidos con las ideas de Creative Commons, con las tecnologías para el bien común. Desde el inicio hemos tenido procesos de documentación, de elaboración de manuales, de las cosas que vamos haciendo, porque si mañana llega una persona o una organización y nosotros podemos transferirle todo, esa será nuestra mejor manera de crecer.
