Tekios conversó con Javier Ortiz Marchel, director general en México de la compañía alemana de robótica IPR, sobre la avanzada de la automatización industrial en la región y el impacto de la pandemia en este proceso.
El título de ingeniero en Mecatrónica de Javier Ortiz aparece en el renglón 01 de la hoja 01 del libro 01 del registro de la carrera que guarda la Secretaría de Educación Pública (SEP).
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En 1994, cuando entraba en vigor el Nafta (Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos), la universidad mexicana Anáhuac del Sur inauguró el programa de ingeniería mecatrónica, antes que cualquier otra universidad del país. Sólo tres valientes, entre ellos Ortiz, decidieron cambiarse de ingeniería electrónica -que comparte un tronco común con mecatrónica- para convertirse en la primera generación de una carrera que hoy tiene gran proyección mundial, pero que nadie conocía en esos tiempos.
El Nafta propulsaría de manera explosiva la industria automotriz mexicana, en gran medida, por la demanda de sus vecinos del norte. Y la ingeniería mecatrónica y la robótica se convertirían en las herramientas más importantes para la automatización de una industria que no ha parado de crecer, y que ha impulsado a otros sectores a seguir este camino.
El largo recorrido profesional de Ortiz incluye un paso por la ABB, la empresa líder en robótica a nivel mundial, y por EMA, una de las empresas mexicanas más importantes de la región, gran proveedor de la industria automotriz.
En 2008, Ortiz llega a la dirección general de Intelligent Peripheries for Robots (IPR), la empresa alemana líder en su ramo que fabrica periféricos y accesorios para robot, “todo lo que va desde la muñeca del robot hasta la manipulación del producto: movimiento de piezas, extracción, fundición, ensamble”, detalla Ortiz.
Desde sus más de 25 años de experiencia en la robótica, Javier Ortiz nos contó cómo avanza la automatización en México y la región, y cómo la pandemia aceleró esta transformación.
-Análisis de Mckinsey o Deloitte aseguran que en el mundo la automatización de diferentes sectores industriales se ha acelerado. ¿También en México y el resto de América Latina?
-Sí, efectivamente. China lidera la recuperación pos pandemia y desde entonces se ve un incremento aceleradísimo en la demanda de robots. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos y ahora empieza a ocurrir en América Latina.
Después de los altísimos costos que representó parar en seco, muchas industrias se dieron cuenta que necesitaban automatizarse, que con robots podrían haber aminorado los efectos, y desde entonces se aceleraron los procesos que se venían dando.
Por ejemplo, la industria automotriz tuvo un año terrible, casi en cero, sin embargo, cuando se convierte en una actividad esencial en México se empieza a recuperar. Pero es hasta marzo o abril de este año cuando nos empiezan a buscar a todas las empresas que hacemos parte de la automatización de los procesos. Esto se dispara.
-¿Y esa aceleración podría afectar negativamente el empleo?
-El hecho de incorporar robots en una planta sí puede dejar gente sin trabajo. Eso es cierto, y casi siempre son personas que están recibiendo un ingreso muy bajo y que no pueden ofrecer un valor agregado. Pero la existencia de los robots no tendría que aumentar el desempleo, sino que va a hacer que la gente se dedique a otras cosas que le puede significar un mayor ingreso. No se necesita una carrera de ingeniería para manejar robots. Es ahí donde tienen que entrar las iniciativas, tanto del Estado como de la empresa privada.
Y, además, con la automatización puedes garantizar la calidad y competir, y esto atrae la inversión extranjera y esta genera empleo. Ya es necesario que los países como México no solo se dediquen a ofrecer mano de obra barata.
–¿Es un fenómeno mundial la falta de capacitación en robótica?
-A nivel mundial hacen falta robóticos; desde antes de la pandemia, desde hace más de 10 años. Un freelance con poca experiencia en programación puede ganar entre US$20 y US$30 la hora en México. Otros, con más experiencia, pueden ganar entre US$50 y US$60 la hora.
En México no se la ha puesto mucha atención a esto. El Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), que debería impulsar nuevos programas de desarrollos tecnológicos y capacitación, está desfinanciado. Se ha reducido la inversión en los últimos años.

SUSTITUIR EL MERCADO CHINO
-¿Aumentar los conocimientos es lo que trata de hacer la iniciativa Robo Training que IPR impulsa?
-Con la pandemia se desató el desempleo y supimos que era el momento. Quisimos aprovechar nuestras condiciones para ofrecer cursos de capacitación. Ya teníamos un laboratorio que utilizábamos para hacer unas pruebas, y si algún cliente lo necesitaba, podíamos hace simulaciones con robots industriales pequeños. Estamos más que satisfechos con los resultados.
–¿Esta aceleración en los procesos de automatización también se da en las pymes, o están excluidas por los grandes costos que representa?
-Automatizarse ya no es tan caro. Antes, un robot que valía US$40 mil ahora lo puedes conseguir por US$15 a US$18 mil. La precisión no es tan alta, pero hay procesos y productos que no lo demandan.
A pesar de la crisis y de que el efectivo se redujo, muchas pymes están incorporando uno o dos robots a sus operaciones. Empiezan poco a poco y esto les puede generar mayores ingresos y con ese dinero pueden ir automatizándose y crecer.
–México lidera la automatización en América Latina gracias a su industria automotriz. ¿Cómo está el resto de la región?
-Sí, es cierto. Le sigue Brasil de cerca, gracias a la misma industria automotriz. La robótica nació en esta industria con General Motors, y es la que la sigue impulsando a nivel mundial.
Le siguen Colombia y Chile, y es muy interesante lo que ha pasado con Perú: en su intento por alejarse de ser solo un proveedor de materias primas, ha empezado a automatizarse.
América Central está muy atrasado en la automatización, pero ya se ven algunos avances.
A partir de la reducción en los precios, otros sectores han empezado a utilizar de manera más intensiva robots en sus procesos. La industria alimentaria y la farmacéutica son buenos ejemplos.
-¿Cómo puede América Latina aprovechar la automatización en medio de la recuperación económica que estamos viviendo?
-China tenía una mano de obra muy barata, pero tenía problemas en calidad, y es cuando decide invertir en robótica. China hoy está comprando empresas de robótica y automatización a nivel mundial: quieren llevar ese liderazgo para ser la fábrica del mundo, pero tienen un gran problema: los costos de logística se han encarecido muchísimo, casi 500% en algunos casos. Entonces, América Latina puede sustituir el mercado chino con la misma calidad a partir de la automatización.
–¿Se puede decir que la industria robótica está disparada?
-Estamos en procesos de cotización después de un año, en que muchas compañías del sector desaparecieron al no poder soportar la crisis. Todo lo que estamos sembrando ahora lo vamos a cosechar el próximo año. Las empresas más grandes están reaccionando más rápido, de acuerdo a sus posibilidades, pero esperamos que las pymes se animen pronto y que las políticas públicas actúen a favor de estos procesos.