23/08/2021
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¿Qué ocurrirá con la madurez de la economía gig, colaborativa y de plataformas?

OPINIÓN - Por Enrique Rueda-Sabater, investigador sénior de EsadeGeo.

Por Enrique Rueda-Sabater, investigador sénior de EsadeGeo. Ha sido global senior advisor en Boston Consulting Group. Entre 2006 y 2011, fue director de estrategia para mercados emergentes en CISCO. Previamente trabajó en el Banco Mundial durante dos décadas, ejerciendo funciones en países alrededor del mundo; su último rol fue como director de estrategia corporativa.

La Economía Gig and Share (GSE, por sus siglas en inglés) comprende un amplio conjunto de transacciones a través de las cuales contratistas individuales ofrecen servicios profesionales de trabajo temporal o bien servicios de uso compartido de activos. Si bien han existido desde hace mucho varias formas de empleo como pequeños encargos y también de compartir activos, lo que hace que esta sea una dinámica poderosa y relativamente nueva es la proliferación de plataformas digitales en línea que intermedian, y a menudo estructuran, servicios que conectan directamente proveedor y usuario. Las plataformas facilitan una alternativa eficiente y de gran alcance al marketing puerta a puerta, las agencias de trabajo temporal o las ferias artesanales u otros puntos de encuentro presenciales y han hecho posible que la GSE crezca rápidamente.

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En el lado de la oferta de la GSE hay contratistas independientes (generalmente individuos) con disponibilidad de tiempo, habilidades y activos. En el lado de la demanda, consumidores particulares o empresas que están dispuestos a pagar por un gig o encargo (una tarea o servicio rápidos) o por el acceso a un activo, la mayoría de las veces, un alojamiento. Una transacción de GSE típica es el servicio de transporte intermediado por plataformas (como las de Lyft y Uber), en las que el proveedor ofrece tanto tiempo (y, se supone, habilidades de conducción) como acceso a su vehículo. Durante los períodos de confinamiento de la pandemia se produjo una explosión de la demanda de encargos de reparto para restaurantes con diversas plataformas que ahora compiten por cuota de mercado y valoración de sus acciones, mientras surgen cada vez más preguntas sobre los límites entre el contratista independiente y el empleado para el componente laboral del servicio.

Además del conocido factor de la comodidad para los consumidores, esta dinámica tiene implicaciones importantes para el mercado laboral: está ampliando las oportunidades para las personas, pero también desplazando empleo hacia fórmulas de externalización a individuos que trabajan por cuenta propia. Inicialmente, las habilidades afectadas eran bastante básicas, pero, a medida que las transacciones de pequeños encargos se vuelven cada vez más comunes y la tecnología de las plataformas que las sustentan gana en sofisticación, estos sistemas se están convirtiendo en una opción de subcontratación buscada incluso por grandes empresas y para habilidades de alto nivel. Las transacciones de uso compartido de activos ya han revolucionado la industria de la hostelería −Airbnb, por ejemplo, ya es una alternativa real a los hoteles en prácticamente cualquier parte del mundo− y su éxito, a su vez, ha cambiado las características de la oferta, que ha pasado de compartir activos existentes que no se utilizan a adquirir nuevos activos (como apartamentos) con este propósito.

El volumen de las transacciones de la GSE a nivel mundial basadas en plataformas se estima en más de 200 millardos de dólares y se espera que crezca rápidamente hasta alcanzar al menos los 450 millardos de dólares en 2023. Los servicios de transporte representan la mayor proporción (58%), seguidos por los servicios de compartición de activos (31 %). Los servicios profesionales representan alrededor del 4% y el 7% restante corresponde al suministro de productos caseros y servicios diversos. El porcentaje de estos ingresos que recae en los proveedores de pequeños encargos / economía colaborativa varía según el tipo pero, por lo general, entre las tres cuartas partes y dos tercios de los ingresos corresponden a los proveedores, mientras que el resto va a las empresas de plataformas y terceros involucrados en las transacciones.

Se esperaba que estos porcentajes permanecieran estables, pero los confinamientos pandémicos parecen tener varios efectos significativos, algunos de los cuales serán duraderos:

  • Es probable que la composición de los servicios de transporte haya cambiado, con un aumento constante de las entregas de alimentos a domicilio, mientras que los viajes personales sufrieron contratiempos y aún no se han recuperado por completo;
  • los servicios de uso compartido de activos (principalmente alquiler temporal de viviendas) sufrieron un revés importante durante el confinamiento de la pandemia que afectó tanto a las plataformas como a los proveedores. No está claro cuál será el efecto neto, aunque el valor de mercado de Airbnb (actualmente un tercio por debajo del pico posterior a su salida a bolsa) en comparación con el desempeño más estable de las acciones de los grandes grupos hoteleros puede reflejar preguntas sobre la durabilidad que la gran disrupción de Airbnb, HomeAway y similares habían representado); y finalmente;
  • es posible que otros servicios estén creciendo incluso más rápido de lo esperado, ya que el teletrabajo generalizado y las experiencias de compra online pueden aumentar la disposición tanto de los proveedores como de los usuarios a participar en encargos como los facilitados por TaskRabbit o Upwork.

Los datos sobre la participación en la GSE son difíciles de conseguir (después de todo, algunas tareas por encargo tienen sus raíces en la economía sumergida) y las encuestas arrojan porcentajes muy diferentes. Un estudio de Gallup, por ejemplo, llegó a la conclusión de que el 36% de los trabajadores estadounidenses participaban de alguna forma en la economía gig. Preguntar acerca de los ingresos en lugar de sobre qué porcentaje representa su participación parece proporcionar la mejor forma de abordar la cuestión. Los datos de la encuesta que se muestran en el gráfico indican un porcentaje del 17% en los EE.UU. Y parecen estar más o menos validados en los EE.UU. por los datos sobre «empleo contingente y alternativo» del Bureau of Labor Statistics, aunque las líneas que definen la GSE se siguen viendo bastante difuminadas.

Esta encuesta concluyó que el trabajo esporádico es una fuente de ingresos primarios para solo una pequeña minoría de la población activa, aunque las cifras están lejos de ser insignificantes. También muestra grandes diferencias entre las economías de ingresos altos y las emergentes, ya que estas últimas dependen en mayor medida de los encargos específicos tanto para la renta primaria como para la secundaria. El porcentaje que la economía freelance representa en los principales países encuestados va del 7% en Japón al 45% en China, con aproximadamente una cuarta parte de los trabajadores en general indicando que este tipo de encargos constituyen una fuente principal de ingresos.

Varias encuestas también han explorado si los trabajadores que realizan tareas por encargo consideran esta situación temporal o transitoria. Las conclusiones muestran en general que para una proporción importante (que oscila entre la mitad y las tres cuartas partes, según el ámbito de la encuesta), el trabajo freelance es su opción preferida, lo que sugiere que es probable que la oferta continúe creciendo. A esa expectativa se suma el hecho de que la participación encargos esporádicos es mucho más frecuente entre los jóvenes: varias encuestas concluyen que las tasas de participación en tareas ocasionales entre las personas de 18 a 29 años es el doble de la media de sus países.

Por el lado de la demanda, los consumidores individuales también muestran señales de estar dispuestos a confiar en el trabajo por encargo para una variedad de servicios. Aún más interesante, debido a cómo se está ampliando la gama de habilidades demandadas para el trabajo freelance, es la dinámica entre las empresas. Por ejemplo, una encuesta de 2018 realizada por Boston Consulting Group (BCG) / y la Managing the Future of Work Initiative de la Universidad de Harvard entre ejecutivos de los EE.UU., Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, India, China y Brasil reveló que el 40% esperaba que los trabajadores independientes representaran una mayor participación de la fuerza de trabajo de su organización y el 50% veía la adopción corporativa de plataformas de la economía freelance como una tendencia significativa. Otras encuestas han mostrado que las empresas esperan depender más de mano de obra externa no tradicional para una amplia gama de tareas. Y plataformas como PeoplePerHour que se dirigen a usuarios corporativos han constatado aumentos importantes en el número de autónomos registrados.

A medida que la GSE madura, parece probable que la parte de «compartir» (que parecía un concepto convincente, cuasi comunitario que, según Google Trends, alcanzó su máxima popularidad en 2017) se desvanecerá y la parte de Gig Economy seguirá evolucionando hasta abarcar transacciones por encargo que requieren cierto despliegue de activos (pequeña escala en entregas de alimentos a domicilio, mediana en viajes personales y grande en alquiler de viviendas). Las fuerzas e incertidumbres que darán forma a la GE tendrán implicaciones para los trabajadores autónomos, las empresas de plataformas y la subcontratación corporativa de tareas.

Una pregunta fundamental, al igual que con el empleo tradicional, es cómo la automatización y una mayor digitalización afectarán la demanda de trabajos esporádicos. ¿Se convertirán en una amenaza que eliminará la necesidad de ellos (y hará que buena parte de la GE sea un fenómeno de corta duración)… o empoderará a más contratistas remotos e independientes? Los vehículos autónomos, por ejemplo, parecerían estar en la categoría de amenaza, pero su horizonte temporal realista se aleja cada vez más. Los intermediarios de plataformas de alta tecnología cada vez más sofisticadas y especializadas también podrían ampliar la gama de tareas que las empresas están dispuestas a externalizar.

El contenido de habilidades de los encargos podría cambiar significativamente. Si bien la demanda de actividades de baja calificación (como las entregas) probablemente seguirá creciendo, el uso corporativo de las tareas por encargo podría generar demanda en niveles de habilidad más altos, y esto podría ir acompañado de la disponibilidad para este tipo de trabajos de profesionales jubilados que viven y desean mantenerse en activo por más tiempo.

Las normas y reglamentos generan una incertidumbre importante, especialmente para los encargos de transporte/entrega. Los reguladores laborales en muchos países (y localidades) están luchando por llenar el vacío dejado por el enfoque tradicional. Los movimientos para sindicarse o buscar otras formas de acción colectiva, combinados con la reforma de la reglamentación, podrían cambiar el marco contractual que regula muchos trabajos. Encontrar un equilibrio entre los intereses de las diferentes partes interesadas de la GSE no será fácil, como ya muestran muchas batallas reglamentarias (como las de California, China y el Reino Unido).

La GSE ya ha transformado muchos sectores de la actividad económica y es probable que continúe haciéndolo, aunque con muchos vericuetos. Para los trabajadores individuales ofrece una oportunidad; para los consumidores genera alternativas de servicio que los benefician directamente, así como indirectamente a través de la presión sobre los proveedores de servicios tradicionales; y para otras corporaciones, la combinación de oferta potencial de trabajo por encargos y tecnología amplía la gama de opciones y combinaciones que conlleva el trabajo externo.

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