Conversamos con el vicepresidente de Transformación Digital de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), la organización gremial más importante del país, acerca de la agenda de transformación digital en tiempos electorales y de cómo han reaccionado los ecosistemas tecnológicos locales ante los efectos de la pandemia.
El gobierno del presidente de Colombia, Iván Duque, se despide este año de la presidencia con una desaprobación que ronda el 75% y con la tarea incompleta de la transformación digital. Esto incluye un escándalo de corrupción que retrasó la conectividad de las zonas rurales del país y la promesa incumplida de la economía naranja, cuyo concepto y alcance, al parecer, pocos entienden.
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Su sucesor tendrá la tarea de reducir la brecha digital, una necesidad imperiosa que parece no tener resonancia entre los candidatos a la presidencia. Así lo entiende Santiago Pinzón, vicepresidente de Transformación Digital de la Asociación Nacional de Empresarios de la Industria, quien también es el director ejecutivo de la Cámara de Industria Digital y Servicios de la misma organización. Hace unos días, por medio de un tweet, pidió claridad a los precandidatos presidenciales acerca de la agenda digital. Solo dos respondieron.
En Tekios conversamos con Pinzón, un abogado que pasó por el BID, FAO y el Ministerio del Comercio, y que está convencido de que reducir la brecha digital es fundamental para el desarrollo de los países latinoamericanos.
Santiago Pinzón lleva más de 22 años luchando por este objetivo y ahora lo hace también desde el podcast “Amigos TIC”, que codirige y desde donde presiona para que este tema sea considerado una prioridad en la agenda del siguiente gobierno.
–¿Cuál es la función de la vicepresidencia de Transformación Digital de la ANDI?
-Trabajamos bajo una estrategia sistemática con 5 ejes muy concretos desde 2016: impulsar conectividad, talento, gobierno, economía, ecosistema y economía digital. Queremos influenciar en políticas públicas en temas muy diversos. Para eso, ayudamos desde 4 puntos muy concretos: todo lo que se puede hacer en regulación y legislación inteligente o desregulación inteligente, alrededor de la estrategia de los cinco ejes; profundizar en el ejercicio de articulación de alianzas; ayudar a que se consoliden ecosistemas como el fintech, healthtech o agtech, por ejemplo, ayudando a que se materialicen acciones como los sandboxes regulatorios; ejercer la vocería desde el sector privado para ayudar en temas internacionales. Lideramos la participación en la agenda digital de la Alianza Pacífico, y también estamos en el Comité Consultivo Empresarial e Industrial de la OCDE.
Hacemos, además, una encuesta de transformación digital anualmente, cuyos resultados nos explican dónde estamos parados, por dónde se está avanzando, qué tipo de tecnologías se están utilizando y así reforzar temas de capacitación y articulación.
-Haces parte del podcast “Amigos TIC”. ¿Cómo ha sido esa experiencia y qué te ha dejado ese contacto permanente con los protagonistas de los ecosistemas tecnológicos en Colombia?
-Yo creo que es la mejor manera de aprender y desaprender en el tema transformación digital. Hemos tenido la oportunidad de hablar con empresarios, emprendedores, ministros, congresistas o candidatos presidenciales, para entender qué es para ellos una agenda de transformación digital y cómo la están masticando. Llevamos más de 165 invitados. Entre ellos, muchas mujeres emprendedoras, ya que necesitamos visibilizar esa conversación. Si uno tiene la actitud de “yo no me las sé todas”, que es como debe participar en el tema digital, se puede uno enterar de cuál es la realidad de los ecosistemas tecnológicos en Colombia.

¿ECONOMÍA NARANJA?
–En estos tiempos de campañas políticas (legislativas como presidenciales), ¿encuentras que hay agendas de transformación digital acorde a los tiempos?
-Yo creo que no se está hablando de una agenda TIC; no se está hablando de una agenda transformación digital como debería ser. Por obvias razones, es más sexy hablar de otros temas, tradicionales y de debate, de temas que generen contrapunteo. Por eso la divulgación es tan importante y realizar un ejercicio que vamos a continuar en el podcast “Amigos TIC”: cuestionar a los congresistas o candidatos sobre el tema.
La verdad es que sí se ha hecho mucho en este gobierno, reflejo de lo que ha hecho Colombia en los últimos 25 o 30 años, que es construir sobre políticas que vayan mejorando la realidad del país en TIC. Y ahí es donde está el reto: tenemos que reducir la brecha digital y generar capacidades distintas de desarrollo. Por eso hablamos de ecosistema, por eso hablamos de healthtech o de agrotech. Sé que los candidatos lo tienen en el radar y lo están empezando a ventilar, pero no es su prioridad. Entonces, hay que martillar más, hay que exigir más, hay que pedirlo más, porque no puede ser que nos quedemos en el titular polémico por algún tema de corrupción.
–¿El escándalo de corrupción de Centros Poblados detuvo la marcha de transformación digital que llevaba el país?
-Ese es un evento muy desafortunado. Es un lunar grande y hay que esperar a que se encuentre toda la realidad de lo que ocurrió y que se dé con los responsables. Llevamos un año largo en ese tema y muchas cosas se truncaron. Quedó pendiente la subasta en espectro, por ejemplo. Quedó pendiente la reglamentación de las plataformas de movilidad, de la economía colaborativa. Nueve años y estamos discutiendo aún Uber sí o no, cuando ya estamos en carros autónomos, y es un tema de coexistencia. Queda pendiente reglamentar los peaje digitales, la interoperabilidad; una regulación inteligente de trabajo remoto y de teletrabajo. Todo eso también quedó pendiente.
Sin embargo, yo veo el vaso medio lleno. Creo que hay una voluntad genuina del presidente del Consejo de Transformación Digital que la OCDE valora. Mejoramos en muchos indicadores digitales, pero 4 años no es suficiente y los nubarrones políticos enredan; nuestra tarea es blindar eso y construir un país digital con una agenda moderna que no dependa del color político, basada en los fundamentales que son esos 5 ejes que mencionaba.
-¿Nos estamos convirtiendo en el Silicon Valley de la región, como alguna vez declaró el presidente Iván Duque?
-Colombia no debe pretender ser el nuevo Silicon Valley o la nueva Estonia; debe ser la Nueva Colombia, la Colombia del Siglo XXI con una agenda moderna de transformación digital. Si queremos que esto cambie tenemos que incluir en el debate político cómo hacemos para que Colombia sea un hub de datacenters, la sede de más compañías latinoamericanas de tecnología o para que nazcan más unicornios. Son temas que generarían un cambio profundo en ciudades, territorios y en el empleo.
También está el tema de formar a los niños en ciencia computacional para que sean los emprendedores del mañana; cómo aumentar la capacidad de conocimiento de las niñas, por ejemplo, para que estén empoderadas; cómo reforzar la transformación digital de la educación; cómo llegarle a la periferia de los territorios para que tenga acceso a más conocimiento. De este tipo de temas deberíamos estar hablando, porque ya hacen parte del día a día. El próximo gobierno, además, debería indicarnos cómo va a cubrir el 20% o 30% de la población que no tiene internet.
Necesitamos mucho más inversión en talento, continuar la transformación digital de la DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales), también de la Justicia -lo cual es un cambio profundo en democracia y donde ya hay US$500 millones del BID y de CAF metidos. Esto es parte de lo que uno quiere blindar en las candidaturas.
–Uno de los programas bandera del gobierno de Duque era la economía naranja. ¿Hasta dónde se ha cumplido esa gran promesa?
-Yo creo que es muy importante la semilla. Esa conversación de la economía naranja viene desde el BID, de que esto sea un tema latinoamericano por su capacidad de generar riqueza y valorar lo que es nuestra cultura y nuestra realidad con todos los sabores. Es un concepto muy amplio y acotarlo es un reto. La gente todavía sigue con serias confusiones y discusiones, como corresponde. Es necesario elevar esa conversación y entender que es un reto grande, que puede significar progreso económico y desarrollo, entendiendo el inmenso valor y riqueza cultural de nuestra región y conectarlo con el tema digital. Entender que es una posibilidad de atraer y generar empleo. Entonces, más que decir si cumplió o no cumplió, hay que entender que es otra de las alternativas para desarrollar el país. A final de cuentas, yo veo lo más positivo: La economía naranja puede crear oportunidades, aunque todavía tenemos unas realidades profundas en capacidades de producción y de talento que hay que resolver.

LAS CUENTAS DE LA PANDEMIA
–¿Cómo han reaccionado los actores del ecosistema colombiano a los efectos de la pandemia? ¿Se aceleró la transformación digital?
-Estamos próximos a liberar los resultados de la encuesta de Transformación Digital del 2021. Y lo que uno puede entender ahí es que sí se aceleró la digitalización, que es muy distinto al concepto de la transformación digital que nosotros tenemos en la ANDI: un cambio de mentalidad para mejorar calidad de vida y mejorar de la productividad. La digitalización es una manifestación, un pedazo de la historia, solo uno de los elementos. Covid-19 aceleró la digitalización, pero no ha logrado consolidar la transformación digital; ese es el reto.
En el 2016, cuando llegó la primera encuesta, el 25% de los empresarios tenía una estrategia de transformación digital y ahora vamos a estar por arriba del 65%. Eso es muy valioso, pero hay que mantener ese momentum de la pandemia, no hay que dejarlo perder. Hay que aprovechar la oportunidad para alcanzar los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y de tener unos productos y servicios más limpios, más sostenibles, con economía circular, con interoperabilidad. No hubo un apagón de internet ni un problema de conectividad. Los operadores ayudaron en ese sentido. Entonces, sobre esa base hay que que subir el tono y mantener estos temas en la agenda.
Vemos que los empresarios que estaban listos, tenían músculo y habían avanzado en aspectos como la omnicanalidad; o han aprovechado el momento porque tenían implementadas parte de tecnologías emergentes o habían invertido.
Pero se ve de todo: compañías muy robustas del sector financiero lograron adaptarse, también empresas medianas y chicas lo han hecho muy bien.
Vemos también que la pandemia ayudó a que la gente se dé cuenta de que esto no es coyuntural, sino que es una manera de operar para que cualquier organización sea ágil. Entonces, claramente hay un viento de cola.
–¿Qué sectores has visto avanzar en el país a partir de ese momentum del que hablas?
-Hay empresas y sectores específicos que mejoraron sus realidades y capacidades, pero es muy difícil generalizar. Al sector de educación le falta muchísimo, pero veo un espacio interesante. Telecomunicaciones también logró avanzar porque se dio cuenta de que tiene que tener alternativas operativas más allá de la agenda tradicional de telecomunicaciones, y entrar a otro tipo de servicios. En comercio electrónico, muchos en el sector real se lograron adaptar y crecer sus capacidades, desde pequeñas y medianas empresas que nunca lo habían contemplado, y montaron pequeñas soluciones (desde Instagram y WhatsApp) que les funcionaron.
Todo esto derivó en nuevas necesidades como la seguridad digital, la experiencia, el talento. El sector agro en algunos casos se acomodó muy bien y avanzó, pero falta quitar mucha intermediación y aumentar la capacidad de apropiación tecnológica, para que de esa manera el campo pueda beneficiarse realmente y ser más productivo.
En el sector gobierno también veo muchos avances a pesar de los obstáculos. Hay otros sectores que están creciendo y que no estaban contemplados. Por ejemplo, el proptech, que está creciendo muchísimo, como pasó en México.
En general, muchos sectores se vieron beneficiados, pero hay otros que sencillamente están estresadisimos, porque se les acabó una propuesta de valor que tenía más de 100 años y no han sido capaces de adaptarse.
EL ALCANCE DEL IMPACTO
–¿Qué se puede hacer para que el fortalecimiento de estas industrias pueda impactar a más gente? ¿Qué le aconsejarías a los candidatos presidenciales en cuanto a este aspecto y a la transformación digital?
-Esta es la motivación que tenemos en la ANDI todos los días, cuando nos levantamos a trabajar. Transformación digital tiene que traducirse en calidad de vida y productividad. No es simplemente tener un despliegue de infraestructura; tiene que transformar la vida de los ciudadanos. La competitividad digital, además, es que las tecnologías transformen un modelo de negocios, permitan vivir mejor y tener un país mucho más productivo. Estas recomendaciones y acciones específicas están contenidas en nuestra publicación Colombia País Digital, que ya va por el tercer volumen. Es una agenda de transformación digital, con recomendaciones en talento, en conectividad, en lo que deben ser los ecosistemas para precisamente lograr más equidad, inclusión y más progreso. Y es que si un gobierno no tiene contemplada una agenda de transformación digital, la brecha social va a aumentar.
–El año pasado vimos récords en inversión en toda América Latina, y Colombia no fue la excepción. ¿Qué hace falta para que los ecosistemas se consoliden en 2022?
-El 2022 es un año retador, porque la época electoral afecta la certidumbre. Un reto grande es el talento y la capacidad de formación. Es un déficit global.
El 2022 también nos dirá cuáles son esas ideas que superan “la versión beta” y pueden tener un impacto para cambiar y transformar vidas.
En el caso de Colombia, hay que considerar la capacidad de innovación: necesitamos más inversión en Investigación y Desarrollo. Colombia tiene una inversión en I + D del 0,3%, cuando el promedio de la OCDE es de 2,5. Necesitamos que los ecosistemas inviertan en este aspecto y logren articular mucho más a la academia.