Con un foco especial en los millennials y los Z, los bancos exclusivamente online emergen poco a poco en Latinoamérica. El desempeño de esta industria fue analizado por BPC Banking Technologies y The Fintech Consultancy Group.
Están creciendo rápidamente en número y tamaño en América Latina, sin embargo, la región aún es un territorio de baja competencia para esta industria. Será necesario dejar pasar un lustro quizás para que se revele todo su potencial en áreas de negocios específicós y en mercados geográficos inexplorados.
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Estas son algunas de las conclusiones del informe “Banca digital en América Latina”, elaborado por BPC Banking Technologies (BPC) en colaboración con The Fintech Consultancy Group (Fincog), que desmenuza a la industria de los neobancos y su avanzada en Latinoamérica.
Fundados a raíz de la crisis financiera mundial de 2008, con la visión de hacer que los servicios bancarios sean más accesibles y equitativos, los neobancos son entidades financieras exclusivamente online, con un foco especial en los integrantes de la generación millennial y Z, que destacan por entregar una experiencia bancaria adaptada a lo digital y a los teléfonos inteligentes. Según BCP y Fincoq, ya hay más de 400 en todo el mundo.
Estos atributos podrían transformarse en antídoto contra uno de los ámbitos que confirman el problema basal de los latinoamericanos, la desigualdad, al facilitar y acelerar la democratización de los servicios financieros en una región altamente desigual. Porque la ocasión no puede ser más favorable, luego de que la crudeza de la pandemia del Covid-19 acelerara la transformación digital de todas las industrias y el e-commerce se volviera un hábito en millones de hogares latinoamericanos.
Los guarismos de la desigualdad son escalofriantes: “A pesar de la aceleración económica impulsada por la pandemia, América Latina todavía está plagada de altos niveles de desigualdad. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 30,5% de la población -187 millones de personas- vivía en pobreza en 2019, incluidos 70 millones que vivían en pobreza extrema (11,3% de la población)”, detalla el informe, y “debido a la abundancia de comunidades rurales con infraestructura deficiente y una economía informal significativa, la población de la región no contaba con servicios bancarios hasta hace relativamente poco tiempo”.
Sí, poco, porque “el aumento de la demanda de servicios financieros digitales, durante el bloqueo pandémico, ha acelerado la inclusión financiera: una investigación de Americas Market Intelligence sugiere que la población bancarizada creció 24% solo en 2020”.
Sin embargo, la enfermedad latinoamericana está lejos de ser anulada, y muchos millones de personas en América Latina todavía no tienen acceso a los servicios financieros, matizan BCP y Fincoq. “Con aproximadamente el 19% de la población en posesión de una tarjeta de crédito, América Latina tiene un largo camino por recorrer para alcanzar los niveles de economías más desarrolladas como Estados Unidos (66%) o Reino Unido (65%)”, destaca el informe 2021.

MILLENNIALS Y Z
Quiénes, si no los nativos digitales, son los llamados a demandar con más fuerza los servicios financieros modernos de los neobancos. Porque un factor demográfico juega a favor de América Latina, según el reporte: “En comparación con otras economías como Europa o América del Norte, América Latina y el Caribe juntos cuentan con una población excepcionalmente joven de más de 650 millones de habitantes. De hecho, el 43% de la población adulta tiene menos de 35 años”, así que hay millones de millennials y zetas esperando por el neobanco más atractivo que les guiñe un ojo en las redes sociales.
Para satisfacer esa demanda de servicios financieros hay una prometedora conectividad en la región. Está lejos de ser perfecta, pero va en franco aumento. “América Latina representa uno de los mercados globales de más rápida evolución en lo que respecta a la penetración de internet y los teléfonos inteligentes. De hecho, la adopción de internet ha aumentado a casi 72% en comparación con el promedio mundial de 60%, y a fines de 2020 se estimaba que el 70% de la población tenía acceso a un teléfono móvil inteligente, según datos de la asociación GSMA”, detalla el informe “Banca digital en América Latina”.
La fértil realidad latinoamericana, entonces, con su población joven, “conocedora de lo digital y exigente en una región que presenta un alto potencial de crecimiento económico y una continua falta de acceso a los servicios financieros”, es guante a la mano para la irrupción de “los nuevos modelos de banca digital. Con el apoyo de gobiernos y reguladores con nuevas iniciativas que abren el mercado, la industria bancaria de América Latina está preparada para la disrupción y parece encaminarse hacia un futuro prometedor”, agrega el informe.

INTERNET Y ESQUIVAS REGULACIONES
La cantidad de bancos digitales en América Latina casi se ha duplicado desde 2017 y la región ahora alberga a más de 50 neobancos independientes, según datos de BCP y Fincoq. Aunque suena bien el número, aún son insuficientes y la escasez se nota, sobre todo, porque hay “gran cantidad de territorio sin explotar y con baja competencia general fuera de Brasil y México”, concluyen.
La terra incognita o terra ignota, un territorio latinoamericano que aún no ha sido explorado por los neobancos, es en parte resultado de lo que destaca Franz Drees-Gross, director de Infraestructura para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, y Pepe Zhang, director asociado del Centro Adrienne Arsht para América Latina del Atlantic Council, en su artículo de opinión “El escaso acceso digital frena a A. Latina y el Caribe: ¿cómo solucionarlo?”, donde detalla que “en la actualidad, menos del 50% de la población de América Latina y el Caribe tiene conectividad de banda ancha fija y solo el 9,9% cuenta con fibra de alta calidad en el hogar. Si bien el 87% de la población vive dentro del alcance de una señal de 4G, el uso y la penetración reales siguen siendo bajos (37%), y solo 4 de cada 10 latinoamericanos de zonas rurales tienen opciones de conectividad en comparación con el 71% de la población de zonas urbanas”.
“Los planes de datos y los dispositivos con internet no son asequibles para las personas pobres de la región. En promedio, el costo de un plan de datos de solo 1GB representa el 2,7% del ingreso familiar mensual (o entre el 8% y el 10% para el quintil inferior en algunos países), muy por encima del umbral de asequibilidad del 2% de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Además, el costo del teléfono inteligente básico más barato disponible representa entre el 4% y el 12% del ingreso familiar promedio en gran parte de la región, y entre el 31% y el 34% en Guatemala y Nicaragua, o incluso el 84% en Haití”, agregan Drees-Gross y Zhang.
Los oligopolios tampoco ayudan a la democratización de los servicios financieros y el ingreso al mercado de la oferta renovada que poseen los neobancos. “Las tendencias oligopólicas en los mercados bancarios han sofocado la innovación y la competencia en muchos países de América Latina. Brasil es un ejemplo destacado, donde el 83% de los activos de la banca comercial se concentran en los cinco principales bancos”, lamentan BCP y Fincoq.
También conspira contra el avance de los neobancos las dificultades que imponen en cada realidad local las regulaciones en materia de nuevos servicios financieros. Mientras Brasil y México han logrado un progreso significativo, en países como Colombia o Chile los avances de este tipo han sido más complejos y poco eficientes. “Obtener una licencia sigue siendo un proceso largo”, lamentan los investigadores.


CASOS DE ÉXITO, OPORTUNIDADES AL FRENTE
En el informe “Banca digital en América Latina” se destacan ocho neobancos que representan la virtuosidad regional en materia de los llamados “bancos retadores”. Estos son: los brasileños Nubank (“el banco digital más grande de América Latina al ofrecer una tarjeta de crédito sin cargo y expandirse rápidamente desde Brasil a otros mercados”) y Neon (“con servicios a clientes minoristas y pymes con una amplia gama de productos financieros, así como una interfaz simple e intuitiva”); el colombiano RappiPay (“primera y única super-aplicación en América Latina basada en una gran red de tiendas asociadas mejorada con servicios financieros de valor agregado”); el argentino Ualá (“Ofrece servicios financieros de bajo costo junto con funciones de administración de dinero para impulsar la inclusión financiera en Argentina y México”); los mexicanos Albo (“cierra la brecha entre el servicio en línea y fuera de línea al asociarse con 30.000 establecimientos minoristas para depositar y retirar dinero de manera fácil y rentable”), Broxel (“apoya a los mexicanos en los EE. UU. Con una oferta bancaria completa centrada en una tarjeta de débito prepaga y transferencias de dinero internacionales”) y Cuenca (“Publicita su arca ofreciendo su propio software como código abierto y destaca el arte y la cultura mexicana a través de su producto físico”); y el peruano Maximo (“dirigido a niños y adolescentes con un diseño joven y chat de soporte de WhatsApp las 24 horas, los 7 días de la semana”).
No son más, a juicio de BCP y Fincoq, porque “no todos los actores emergentes pueden establecer su presencia y muchas empresas emergentes finalmente fracasan. Una deficiencia común es la falta de diferenciación y posicionamiento dentro del panorama competitivo”.
Pero estos 8 exitosos neobancos son importantes para reforzar la idea de que existen grandes oportunidades y factores de éxito que pueden posibilitar un mayor crecimiento de esta industria en América Latina. Una de estos es el empoderamiento de los migrantes, tal como hace la fintech Global66, que dentro de sus planes cercanos está la de convertirse en un neobanco. Porque “los latinoamericanos (tanto dentro como fuera de la región) históricamente han enfrentado dificultades para encontrar servicios transfronterizos eficientes y asequibles”.
“El creciente nivel de migración intrarregional está fomentando nuevos casos de uso de tecnología financiera para
atender a la población migrante”, dice el informe, una oportunidad que podría abordarse mediante la eliminación de “costosos servicios de remesas con largos tiempos de espera que los trabajadores migrantes no pueden pagar. Las cuentas digitales transfronterizas, por ejemplo, permiten a los trabajadores migrantes enviar dinero a través de transferencias de persona a persona de forma directa e instantánea a destinatarios en su país de origen. Equipadas con soluciones de tarjetas de débito prepagas y diferentes vehículos de pago, estas cuentas pueden funcionar como una alternativa integral a una cuenta bancaria local”.
Otro factor a explotar es la activación de pequeños comerciantes y pymes, claves en América Latina, en una región de altísima informalidad laboral y donde la pandemia aumentó el apetito por emprender.
“El aumento del espíritu empresarial en América Latina significa que las pymes necesitan financiamiento asequible y soluciones de pago accesibles para atender a sus clientes de manera rentable. A pesar de que existe una brecha inmensa en la financiación, el problema a menudo no es la falta de crédito disponible, sino la falta de confianza entre las pymes y los bancos”, advierte el informe. “En muchos casos, las soluciones de financiamiento tradicionales en América Latina están sujetas a altas tasas de interés y tiempos de respuesta lentos para las solicitudes. Los bancos también carecen de transparencia suficiente en lo que respecta a las condiciones de los préstamos, los cálculos de riesgo y la toma de decisiones”.
Empoderamiento de migrantes y activación de pymes, son solo dos de varios factores que BCP y Fincoq desarrollan en su informe sobre los neobancos en Latinoamérica, un territorio de baja competencia, casi sin explorar, de altísima desigualdad, pero donde hay mucho potencial para democratizar aún más los servicios financieros, un propósito prioritario si queremos reducir la desigualdad en una pujante y resiliente América Latina.